La historia de Zafra unida a la Reconquista
Paseando por el casco histórico de Zafra (Badajoz – Extremadura) es muy fácil hacerse a la idea de cómo vivían sus vecinos en la fundación de la ciudad (s. XI) y su desarrollo marcado por la impronta de los Figueroa (s. XIV), desde que reciben la ciudad de manos del rey, aunque es el segundo señor de Feria, Don Lorenzo II Suárez de Feria el que dota a Zafra con algunos de sus más preciosos legados en la mitad del siglo XV: el Alcázar, el convento de Santa Clara y el hospital de Santiago.
Situada en un lugar privilegiado de la Baja Extremadura se encuentra Zafra, a mitad de camino de la que fuera capital de la provincia romana de la Lusitania, Emérita (Mérida) y de la provincia romana de la Bética Hispalis (Sevilla). Zafra fue definitivamente conquistada por Fernando III en 1241, pasando a formar parte dal reino de León. La ciudad, desde entonces, se va diseñando a lo largo de la Reconquista partiendo de su punto más elevado donde los señores de la ciudad asientan la fortaleza y la rodean de una muralla que actualmente podemos ver.
En lo alto, el Alcázar de los nobles señores de Feria, soberanos de la comarca que al que deben el nombre de su condado, pétreo, firme y conservando su carácter de fortificación no ha perdido su imponente planta a pesar de las reformas renacentistas que dulcificaron su aspecto guerrero y lo hicieron más adecuado como residencia. En su interior, hoy acondicionado como Parador, las grandes dimensiones a las que estaban acostumbrados estos nobles: techos altos, amplios corredores y escaleras, elevadas torres que demuestran el poderío de la saga de los Figueroa y el dominio que ejercían en la región.
Desde el exterior, frente a la puerta vislumbramos la fuente que preside el patio central de trazas rectilíneas, limpias y que evocan en su estilo el mundo greco romano pretendido por el estilo del Renacimiento. El rumor del agua deslizándose aporta una calma digna de los palacios árabes aunque de la presencia de estos no quede rastro. Si por estos lares hubo fuentes como esta durante la ocupación árabe, su rumor moruno cesó en época de la Reconquista y con la llegada de nobles como los Figueroa que implantar un estilo castellano, sobrio e imponente ya que en los albores de la Reconquista de estas tierras los nobles cristianos eran aun incapaces de bajar la guardia, por ello el Alcázar se enmarca entre dos torres y despunta entre ellas la del Homenaje.
La herencia de los caballeros cristianos primigenios en Zafra convive con las modificaciones que se hicieron siglos más tarde, cuando ya no se teme al enemigo infiel, y el Alcázar se hace más habitable para damas y nobles menos acostumbrados al arte de guerrear.
Aún así, no quiso el sucesor del segundo señor de Feria, promotor de este castillo, perder las trazas que a pesar de su inutilidad seguían mostrando el rancio abolengo de los Figueroa a la población de Zafra.
Es paradójico como este edificio, diseñado para ser atalaya y estar situado en una posición preferencia con la dignidad que da la altura sobre el llano, en la actualidad está totalmente integrado en la ciudad. La fachada que forma parte de la muralla se difumina y pierde monumentalidad al verse adosada al trazado de calles comerciales sembradas de tiendas, bancos y bares.
Como derramándose desde el antiguo Alcázar, el casco antiguo de Zafra, se desgrana en calles y plazas. Estas últimas son el lugar elegido para el comercio y la reunión, soportales que resguardan de la lluvia y, sobre todo, del sol que sin piedad cae sobre la cuidad en época estival. Casas de impoluto blanco muestran con orgullo su belleza sin la soberbia del Alcázar, iglesias y palacios que en un intento por ganar el cielo los nobles cedían a instituciones dedicadas a la caridad y convirtieron en hospitales para los desfavorecidos.
La Plaza Chica y la Plaza Grande: el corazón de Zafra
La imagen de la pequeña virgen que custodia el paso entre la Plaza Chica y la Plaza Grande: la Esperancita, una pequeña y preciosa talla flamenca que inspira ternura y cercanía y a la que cualquiera de los vecinos podía solicitar cualquier deseo.
Tanta complicidad sólo la pueden inspirar este tipo de tallas a las que el artista pareció dotar de una empatía ausente en estatuas de mayor tamaño y que suelen colocarse en altares alejados de los problemas mundanos. Más que súplica, la Esperancita invita a compartir los desvelos y las alegrías.
Escondido en la calle más comercial del centro histórico de Zafra se encuentra el Convento de las Clarisas. Un espacio de paz en medio del ajetreo de compras al que hay que acceder por una de las dos puertas que nos pueden pasar desapercibidas. Sus muros, sencillos y conservados con pulcritud albergan un espacio fundado por el II señor de Feria, el mismo que mandó construir el Alcázar, y dedicó este lugar como panteón de la familia. Dejando patente así no solo su afán de adoctrinar a los habitantes de Zafra en la fe, sino mostrar asimismo el linaje de Los Feria y su poder sobre la comarca.
En su afán por evangelizar la ciudad en esta misma época se solicita permiso al Papa para transformar en parroquia la antigua sinagoga, de la que surge la actual Iglesia de la Candelaria. La pequeña iglesia, acorde con las dimensiones de las plazas y edificios anejos, se ve transformada en gran Colegiata elevando la mirada del viajero que transita por estas calles tranquilas y blancas. Aunque pierde impacto visual al hallarse en medio del entramado de viviendas, su altura impone y destacan sus macizas piedras frente al encalado de las casas.
Por último, llegamos al denominado Hospital de Santiago, llamado en otro tiempo de Ntra. Sra. de la Salutación, fundado por D. Lorenzo Suárez de Figueroa. Con una magnífica fachada de estilo gótico florido, realizada en sillería, cuya puerta está flanqueada por dos pilares de estilo gótico con remate floreado. Sobre esta fachada aún se conserva un arco conopial, en el cual está pintado la Anunciación. El interior conserva un patio de dos galerías con arcos de medio punto sustentados sobre columnas octogonales.
Zafra es una ciudad que nos va a sorprender muy gratamente: puertas, balcones, flores y arcos de sillería, monumentos y calles… todas compiten en belleza y elegancia. No es de extrañar que desde 1965, sea Conjunto Histórico Nacional. Una visita que merecerá la pena.
Cómo llegar
Desde Badajoz el acceso a Zafra se realiza fácilmente a través de la N-432. Desde Cáceres, cogeremos la N-630, para a continuación coger la N-432.
Dónde alojarse
Parador de Zafra
Plaza de Corazón de María, 7 – 06300 Zafra
Tel: 924 554 540
Web: www.parador.es/es/parador-de-zafra
E-mail: zafra@parador.es
Más información
Patronato de Turismo de Extremadura
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