Ricardo III fue rey de Inglaterra desde 1483 hasta su muerte, dos años más tarde. Último monarca de la Casa de York, su derrota y muerte en la batalla de Bosworth puso fin a la dinastía los Plantagenet en favor de los Tudor. Dinastía que gobernaba Inglaterra cuando Shakespeare escribió la obra entre 1591 y 1592; quizá esta dato tenga algo que ver con la «maldad» del último Plantagenet.
Asunción Balaguer, Terele Pávez, Lara Grube, Ana Torrent, Juan Carlos Sánchez, Jorge Muñoz, José Hervás, Aníbal Soto, Óscar Nieto, Carlos Álvarez-Novoa y José Luis Santos, dirigidos por Carlos Martín, acompañan a Diego en esta versión, titulada ‘Sueños y visiones del rey Ricardo III, la noche que precedió a la infausta batalla de Bosworth’.
La obra comienza con Ricardo (Juan Diego) alabando a su hermano, el rey Eduardo IV, el hijo mayor de Ricardo de York. El monólogo inicial revela la envidia, crueldad, malicia y la ambición de Ricardo, ya que su hermano Eduardo gobierna el país con prudencia y sabiduría. Ricardo es un jorobado tullido y desmejorado, «cansado de batallas» y sediento de sangre en sus últimos días. Desde este fantástico monólogo inicial hasta el fin de la obra, Juan Diego se deja el alma en una representación que le encumbra entre los más grandes de la escena teatral española.
Ricardo espera la batalla definitiva para salvar su corona entre delirios y miedos. Los fantasmas de todos aquellos a los que vilmente mató le visitan en una noche de desvelo en la que le auguran la derrota más deshonrosa: «Desespera y muere». El espectador descubre sobrecogido el motivo de tanto odio contra Ricardo.
¿Cómo hemos llegado hasta aquí? Ricardo es un conspirador astuto y no duda en ir despachando uno a uno a todos sus rivales al trono vacante tras la muerte de su hermano, el rey Eduardo IV. A su propio hermano, Jorge de Clarence, que le precede como heredero al trono, lo recluye en la Torre de Londres como sospechoso de traición contra el rey (el pobre Clarence piensa que Ricardo lo está protegiendo); Ricardo corteja a Lady Ana, la viuda de Eduardo de Lancaster, tras haber asesinado a su marido y a su padre. Ana acaba cayendo en los brazos de Ricardo y se promete como su futura esposa. Con la ayuda del duque de Buckingham en una escena genial e interactiva consigue el sí de sus pares y del pueblo como un hombre piadoso, modesto y sin ninguna pretensión al título. El pueblo, «sentado en sus butacas», elige al sucesor de Eduardo IV: Ricardo pasará a la historia como Ricardo III.
El nuevo rey no dudará en asesinar a cualquiera ponga en peligro su corona: al joven príncipe (su sobrino), a Lord Hastings, a su antiguo aliado Buckingham al que niega lo prometido e incluso su esposa. La crueldad del personaje tiene un punto irónico y hasta gracioso, sin duda obra de la brutal interpretación de Juan Diego.
Ricardo pierde la cabeza y el apoyo de la nobleza. El conde de Richmond, futuro Enrique VII de Inglaterra, vuelve a Inglaterra para recuperar el trono para el pueblo. Ambos se citan en la batalla de Bosworth.
Los últimos segundos de la obra, gloriosos, muestran a Ricardo solo en medio del campo de batalla, pidiendo desesperadamente «un caballo, un caballo, mi reino por un caballo», antes de morir. Frase que ha pasado a la historia, como a la historia pasará la sensacional interpretación de Juan Diego.
Ricardo III («The Life and Death of King Richard III») fue la última de las cuatro obras de teatro de la primera tetralogía de William Shakespeare sobre la historia de Inglaterra (Primera, Segunda y Tercera Parte de Enrique VI y Ricardo III).
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