En Andalucía, la tradición griálica se concentra sobre todo en Jaén y sus alrededores. La Orden del Temple, que consigue asentarse en Andalucía entre los años 1253 y 1258, cuando el poderío musulmán comienza a debilitarse, convierte Aracena en una de sus plazas fuertes.
El Santo Grial en Andalucía
La tradición griálica, la búsqueda del cáliz usado por Cristo en la última cena, recorre gran parte de la cuenca mediterránea, desde Palestina hasta el Atlántico, y enlaza con tradiciones similares en otras culturas, como la del Arca de la Alianza de los judíos. El Santo Grial es, en definitiva, el recipiente capaz de trasmitir cualidades divinas a todo lo que contiene. Sus orígenes más remotos se pueden rastrear en las pinturas rupestres que representan una vulva femenina, símbolo de la fertilidad y recipiente del misterio de la vida, que después se transforma en un triángulo invertido, que pasa más tarde a ser una copa, un cáliz. La búsqueda de este objeto sagrado da lugar en Centroeuropa a la leyenda de los Caballeros de la Tabla Redonda, cuyas hazañas, matando dragones y salvando doncellas, ocupan gran parte del imaginario colectivo europeo a lo largo de toda la Edad Media.
En Andalucía, la tradición griálica se concentra sobre todo en Jaén y sus alrededores. El recorrido comienza en el barrio de la Magdalena de Jaén, donde existe viva la leyenda de un terrible dragón que aterrorizaba al vecindario y que fue vencido por un condenado a muerte que negoció su perdón a cambio de liberar a la ciudad de aquel peligro. Juan Eslava atribuye al dragón el papel de guardián de la entrada de una cueva del monte de Santa Catalina donde se custodiaba una mesa de oro y piedras preciosas, la Mesa de Salomón, otros de los objetos unidos al Santo Grial en la tradición mítica. En una fuente del barrio existe un monumento al largarto legendario, en la iglesia de San Ildefonso se exhibe la que dicen que fue su piel y en el arco del manantial de la Magdalena se ubica tradicionalmente el lugar por el que salía la fiera.
Otras claves mágicas son también frecuentes en Jaén, que debe su nombre al árabe Xauen (santuario). En el propio barrio de la Magdalena encontramos en muchas casas el Nudo de Salomón, un triángulo formado por la unión de tres círculos, emblema secreto que usaban para reconocerse los seguidorres del sabio autor del Cantar de los Cantares. Esta oda al amor, como principio generador y fecundador de todas las cosas, es la fuente de una antigua tradición, perseguida por la jerarquía de todas las religiones convertidas en iglesias, y que aparece aquí y allá en las más diversas formas. Una de ellas son las Galactotrofusai, las Vírgenes de la Leche que amamantando a su hijo le transmiten la esencia divina. A este estilo pertenece, precisamente, Nuestra Señora del Soterraño, la imagen llamada ahora Virgen de la Antigua que se venera en la capilla mayor de la catedral de Jaén.
Mesa de Salomón, Santo Grial, oro y piedras preciosas… Jaén es tierra pródiga en leyendas de tesoros escondidos. En la capital existe la leyenda de uno oculto en la casa a la que se encuentra adosada la hornacina del Cristo de los Tres Huevos. También en los alrededores de la ciudad, en los caseríos de Mariblanca y Pilatos, y en el cerro de Pitas, nombre alusivo a las gallinas -y sus correspondientes Huevos de Oro- que encuentran, en su picoteo, el lugar del tesoro enterrado.
Saldremos ahora de Jaén hacia el sur, buscando la sierra de Otíñar, centro de hallazgos arqueológicos. Aquí, en el cerro Veleta, encontraremos un antiquísimo dolmen y al sur, en el barranco de la Tinaja, la cueva de Los Soles, con grabados prehistóricos representando una Venus -de nuevo una diosa de la fertilidad- rodeada de soles.
Volveremos a Jaén para dirigirnos al norte por la carretera local de Cuevas, hacia el cerro Perulera. Allí, cerca de un cortijo de idéntico nombre, en la cima del cerro, encontraremos, junto a una vieja encina, una gran piedra semienterrada con forma de esfera casi perfecta. Quién y cómo consiguió colocarla en este lugar forma parte del misterio. Pero éste comienza a adquirir otro significado cuando estos puntos, junto a otros como los cerros Pitas y Canteras, la fuente de la Peña o la Virgen Blanca, se sitúan sobre un mapa y se comprueba que definen una línea recta perfecta de 12 kilómetros de longitud flanqueada por tres puntos simétricos y equidistantes a cada lado, semejante en su diseño al llamado Árbol Sefirótico de los kabalistas.
Muchas otras localidades jiennenses esconden claves de carácter mágico o leyendas arraigadas en la memoria colectiva, como Bélmez. A poca distancia del pico Mágina, un monte cónico que fue lugar de culto desde la antigüedad, aparecen, desde hace 20 años y sin interrupción hasta hoy, unos misteriosos rostros en la cocina de una casa particular. Estas caras de Bélmez, que surgen una y otra vez en el cemento del suelo, han sido estudiadas por numerosos investigadores, sin que hayan conseguido encontrarle una explicación científica.
Tras la huella de los Templarios en Andalucía. Huelva, Sevilla, Córdoba
La sierra de Aracena donde la provincia de Huelva hace frontera con Portugal y Extremadura, es una de las zonas de España de más fuerte impregnación templaria. Constituye, con Caravaca, Ponferrada, Monzón y Miravet, el núcleo de la memoria templaria peninsular, al lado de Tomar, en Portugal.
La Orden del Temple, que consigue asentarse en Andalucía entre los años 1253 y 1258, cuando el poderío musulmán comienza a debilitarse, convierte Aracena en una de sus plazas fuertes. Símbolos y claves de la presencia de la misteriosa orden de caballeros cristianos pueden encontrarse aquí por doquier: el propio escudo de la villa encierra muchas de ellas. Aquí, los templarios reconstruyeron la fortaleza que encontraron a su llegada en la que aún pueden reconocerse algunas estancias, parte de las torres y algunos de los aljibes que constituyeron su conjunto. La iglesia del castillo es un buen exponente del sincretismo islamo -cristiano del que los templarios hicieron su credo, incorporando elementos del gótico a la simbología sufí.
Debajo exactamente del castillo templario de Aracena se encuentra una de las cuevas más singulares de Andalucía: la Gruta de la Maravillas. Muchos afirman que entre el castillo y las cuevas hubo algún pasadizo que las comunicaba, que no ha podido ser hallado hasta hoy. Este hecho explicaría la importancia que Aracena tuvo para el Temple, perseguido en aquellos tiempos hasta su prohibición en 1334 y necesitado, por tanto, de lugares donde ocultarse.
Algunos de los salones de estas cuevas tienen nombres como la Catedral, el «mihrab», el «ostensorio», o la fuente del Galápago, que refuerzan las resonancias sacrales, casi de templo esotérico, que le proporcionan sus formaciones geológicas y calcáreas. A poca distancia de Aracena encontramos otro lugar de gran interés por sus referencias misteriosas: Alájar y su famosa Peña, con la ermita de Nuestra Señora de los Angeles. Según los iniciados, esta Peña es un lugar de confluencia de grandes fuerzas telúricas y ha atraído siempre hasta sus cercanías a hombres de conocimiento. En el siglo XVI fue el confesor de Felipe II, Benito Arias Montano, que siguió los pasos de San Victor en el siglo XII.
Esta tradición se ha mantenido viva hasta hoy y en una pequeña casa al pie de la peña vivió el último «guardián de los secretos» del lugar, un teósofo llamado Don Antonio Alonso Vital. Nadie sabe aún quién ha de ser su sucesor. Otras localidades de Huelva que fueron también posesiones templarias son Villalba del Alcor, donde permanecen la iglesia de San Bartolomé y la ermita octogonal de Santa Águeda, y Trigueros, con su iglesia de San Antón de los Templarios y el Dolmen de Soto, uno de los monumentos sagrados más importantes de la prehistoria andaluza, un impresionante templo de corredor donde destacan representaciones de cabezas humanas con la boca tapada.
En la costa encontramos el monasterio de La Rábida, el convento franciscano donde Cristóbal Colón preparó su primer viaje. Lugar de culto y conocimiento desde tiempos remotos. La Rábida fue propiedad templaria, y antes aun fue «ribbath», fortaleza de monjes guerreros fatimitas. Es desde esta perspectiva de enclave de iniciados como la presencia de Colón entre los monjes adquiere todo su sentido: aquí se encontraban los mejores cosmógrafos y estrelleros del reino, estrechamente ligados a los de la escuela náutica de Sagres, en Portugal, también posesión templaria.
La Orden tuvo casa en Sevilla, aunque no se sabe dónde, pero es curioso encontrar su divisa «Non nobis, domine» en la Iglesia de la Caridad, sede de una hermandad de caballeros cristianos fundada en el siglo XVII por Miguel de Mañara, que agrupa aún hoy a miembros de la aristocracia sevillana.
También en Córdoba tuvo el Temple su refugio, y parece ser que fue la Torre de la Calahorra el lugar que lo alojó. Un recinto que acoge en la actualidad un centro de diálogo de las tres culturas -islámica, hebrea y cristiana- que parece la versión moderna de los ideales sincréticos de los templarios.
Nuestro agradecimiento a Turismo Andaluz S.A