Una extraordinaria finca de 150 hectáreas que se erige como bastión. La finca pertenece a la familia desde hace 6 generaciones, el tiempo suficiente para amar la tierra y conocer todo su potencial.
El contraste entre la modernísima bodega, de pensada arquitectura minimalista, y los antiguos viñedos con cepas viejísimas es realmente impresionante.
Precisamente «el alma» de Pago de Larrainzar la encontramos en su viña. Han buscado las variedades que mejor adaptación tienen en la privilegiada tierra de Estrella y han logrado hacer un vino que representa la tierra donde nace y su historia.
De su viñedo surgen sus dos únicos vinos, siempre a partir de su propia uva, coupages de sus 4 variedades, con producciones anuales muy limitadas, que en menos de cinco años se han convertido en una referencia del Navarra moderno.
Pago de Larrainzar es el orgullo de su bodega. Un vino elegante, equilibrado, complejo y frutal, pero con un aporte justo de buenas maderas francesas. Fruto de un ensamblaje de infarto, ya que cada parcela es vendimiada, fermentada y envejecida por separado, en diferentes capacidades, tostados y casas toneleras, lo que hace que antes del ensamblaje final se caten decenas de vinos distintos.
Raso de Larrainzar es la búsqueda de un tinto más fresco y frutal. Sigue su perfil de madurez y modernidad pero es algo más sencillo, de trago largo, con un rotundo dominio de la fruta, apuntes minerales y bien medida crianza. Equilibrado, amable en los taninos, sabroso y gustoso.