El Festival no escatimó en medios para proporcionar un espacio seguro y apto para todos los públicos. Con una excelente organización (es muy complicado manejar a once mil personas en terreno tan angosto), el concierto comenzó casi con puntualidad exquisita. Como fue la actuación de Knopfler en todo momento.
El siempre eterno y líder de Dire Straits se presentó ante sus incondicionales sentado en un taburete, con movimientos limitados y signos evidentes de cansancio, 61 años no perdonan con una gira tan larga que hace que sus problemas físicos se acentúen. Con «Border Reiver» el público pudo comprobar la excelente banda de música que acompaña al genio escocés, Richard Bennett (guitarra), Danny Cummings (batería), John McCusker(violín), Matt Rollings (teclado) y Glenn Worf (bajo). Siguieron canciones que recordaron la discografía más lejana, como «What It Is», una buena versión de «Sailing to Philadelphia» y «Coyote».
Un comienzo poco esperanzador que terminó con «Hill Farmer’s Blues». Cinco canciones que descubrieron a un aseado guitarrista, dueño del momento y de sus guitarras pero que ha perdido un poco de su magia. Todo cambió con las dos siguientes canciones: «Romeo & Juliet» y «Sultans of Swing», himnos de la mítica Dire Straits que hicieron vibrar por primera (y quizá última vez) a todo el variopinto público desplazado al precioso paraje abulense.
Se echó de menos que tras este subidón de adrenalina nostálgica, Knopfler no se diera más a su gente. Prefirió seguir con su rol, más propio de una sala de conciertos londinense que de un estadio abarrotado de fans incondicionales. Vuelta a la normalidad más folk con «Done With Bonaparte», «Marbletown y «Speedway at Nazareth». La música sonó bien, la banda tocó muy bien, pero faltaba magia. Y la magia llegó al final, cuando el concierto languidecía entre los pinos y las estrellas. Preciosa interpretación de «Telegraph Road» (recordó al Alchemy), lacónica «Brothers in Arms», optimista «So Far Away»; para terminar con casi dos horas de guitarras, gaitas, blues y folk, rock y violines y la que será seguramente otra canción para el recuerdo: «Piper to the End».
Con todo, Mark Knopfler sobrevoló por las conciencias de jóvenes y mayores, aquellos que recuerdan al líder de Dire Straits con la cinta en el pelo y las muñequeras a juego. Pero sobre todo, Mark Knopfler seguirá siendo el «sultán del swing». En Gredos, se recordará el 31 de julio como el día en el que Mark Knopfler se convirtió en el «Sultán de Gredos».