El valle de Las Batuecas se encuentra situado entre las provincias de Salamanca y Cáceres. La mayor parte del territorio pertenece al término municipal de La Alberca, si bien la parte baja forma parte del municipio de Ladrillar. La leyenda negra de esta zona hace referencia al salvajismo de sus antiguos moradores. Los orígenes de esta mala fama no son claros, aunque podemos suponer que se debe al aislamiento en el que vivían ya que estamos en un entorno protegido de manera natural por montañas y plagado de bosques de robles y castaños.
El silencio y la niebla que en muchas ocasiones se adueña del valle han sido compañeros de los monjes que eligieron este lugar como residencia, así como hogar de nuestros antepasados que dejaron constancia de su paso por aquí dejando su primitivo arte en las paredes de las rocas que les sirvieron como refugio. En rojo y ocre los moradores de Las Batuecas representaron los primeros animales que vivían con el hombre y actualmente se les ha denominado las “cabras pintás”.
Admirando tanta belleza, se entiende que la expresión “estar en las Batuecas” pueda referirse a quedarse admirado, estar absorto o ensimismado, ya que este es uno de los efectos que surte la contemplación de la tranquilidad y armonía del paisaje.
Multitud de fábulas han circulado sobre estos lugares, su proverbial aislamiento, y cómo, según una de estas, la zona fue descubierta por una doncella y un paje de la casa de Alba y rescatada del olvido en época de los Reyes Católicos, o, según otra, fue el Padre Feijoo durante el reinado de Felipe II, el que pone este lugar en el mapa a raíz de la publicación del su obra «Fábula de Las Batuecas y Otros lugares», imaginario donde cita la “negra” leyenda que eclipsa, para quien no conozca el lugar, las bondades de este remanso de paz:
«La extrañeza y retiro de estos montes, de estas rigurosas breñas, habían derramado en los Pueblos circunvecinos opinión, que allí habitaban demonios, y alegaban testigos de los mismos infestados de ellos. Decían que la causa de no ser frecuentado de los ganados, era el miedo de los Pastores”.
Pero Feijoo concluye que se trata de una falsedad incrementada con los años por el vulgo:
“Luego es totalmente imposible, que ni en el Valle, ni en las cañadas, ni en las caídas, ni en las cumbres de la Sierra hubiese la gente ignorante e ignorada de todos, que se ha soñado.”
Para aproximarnos a esta zona podemos hacerlo desde la Peña de Francia, desde la que se aprecia una completa panorámica de Las Batuecas. Situada a 1700 metros de altitud, esta cima rocosa convoca a excursionista y creyentes. Se puede percibir la espiritualidad de esta cima rocosa donde en el siglo XV fue encontrada por el francés Simón Vela la talla de una virgen negra que se instaló en el santuario mariano más alto del mundo. Lamentablemente, fue robada. Actualmente, se venera una copia tallada a finales del siglo XIX.
Podemos hacer un alto en el camino en una hospedería monacal y proseguir nuestro camino a través del valle donde se encuentra el monasterio de San José. Monjes de clausura carmelitas se instalaron aquí en 1598. Actualmente este monasterio no es visitable, tan sólo ofrecen retiros para hombres.
Desde la entrada del monasterio parte un sendero que avanza por el cauce del río Batuecas hasta la cascada del Chorro. El camino recorre la vereda que protege el antiguo jardín botánico de los monjes. Si el camino lo hacemos en coche, al atardecer las vistas del valle desde la carretera son espectaculares.
El pueblo de La Alberca es un buen lugar para pasar la noche y pasar la mañana del día siguiente recorriendo las calles de esta villa caracterizada por una arquitectura armónica que asemeja a una postal. Esta es una de las localidades donde los duques de Alba han dejado su firma. En concreto en la iglesia del siglo XVII y en el Ayuntamiento. En la Plaza Mayor podemos adquirir algunas de las delicatesen de la gastronomía local como miel y garrapiñadas, así como degustar en alguno de los restaurante de la plaza el famoso tostón asado. Otra de las compras que no debemos pasar por alto es la de los bordados de simbología pagana, cerámica y madera.
Mogarraz, declarada Conjunto Histórico-Artístico, ofrece al visitante la rincones donde las casas tradicionales se alternan con monumentos como la iglesia de Nuestra Señora de las Nieves y con tiendas de artesanía de cuero. Desde aquí iniciamos la ruta del denominado Camino del Agua, un sendero circular que cruza varios arroyos y termina en Monforte de la Sierra.
Varios escultores locales han señalizado el camino. Saliendo a la carretera, a la entrada de Monforte hay un mirador que ofrece una panorámica excepcional. La villa medieval de Miranda del Castañar nos saluda con su muralla y nos sorprende alojando una de las plazas de toros más antiguas del mundo y, además, cuadrada. Esta fue construida aprovechando el foso de la fortaleza del castillo aledaño. Accediendo al pueblo por la puerta de San Ginés nos adentramos en un entramado de estrechas calles de trazado medieval donde vivieron árabes, judíos y cristianos. La principal calle de la localidad, la Larga o Derecha, está jaspeada con blasones de las más rancias familias, dinteles tallados y ménsulas que podemos encontrar en antiguos edificios como el de la Carnicería, la Cárcel Real o la torre de las Campanas. En esta calle también encontramos la Casa del Escribano y encontrar la puerta de Santa María desde donde admirar la panorámica de la sierra.
En la falda de esta sierra se encuentra Sequeros, declarada Conjunto Histórico-Artístico en 2004. Si el clima lo permite es muy agradable comer en el merendero de la ermita del Humilladero y visitar la de la Virgen del Robledo, acercándose al desperdigado pueblo, donde encontramos un coso taurino que hoy sirve de mercado.
Terminamos nuestra ruta en San Martín del Castañar donde destacan el castillo medieval y su centenaria plaza de toros de mediados del XVI con burladeros de piedra y tendidos de madera que aún está en uso. Dejamos la localidad visitando la antigua Alhóndiga, la cárcel, la taberna y el palacio del Obispo.
Hay varios modos de llegar a Las Batuecas. Quizá el camino más fácil sea llegar hasta Ciudad Rodrigo para tomar la carretera de Béjar. Al llegar a El Maíllo tomar una carretera que sale a la derecha con dirección a la Peña de Francia, pero antes de llegar a ésta, en un cruce que nos encontramos, tomamos la dirección hacia La Alberca. Tras pasar esta localidad, a pocos kilómetros, y tras un importante descenso, nos encontraremos en el Valle de Las Batuecas.