Fue allí donde Daniel García-Pita padre adquirió tierras, hace años, con la idea inicial de tener un lugar para dedicar a la caza. En 1998 se plantaron las primeras viñas de Tempranillo, Merlot, Syrah y Cabernet Sauvignon, la variedad que probablemente mejor aguanta el extremo clima continental de la meseta, con inviernos fríos y veranos secos y calurosos.
Desde su incorporación a la bodega en 2002, Daniel García-Pita hijo tuvo claro que, en este entorno excepcional, se podía conseguir el “gran vino de Madrid”, un vino realmente fiel a su terroir. Por ello apostó por una viticultura biodinámica con la ayuda del viticultor Jérôme Bougnaud (Pingus, Quinta Sardonia, Galia). Jérôme lo tiene claro: “el suelo es un ser vivo”. Para este enólogo francés, gran defensor de este tipo de cultivo, la biodinámica permite comprender las cosas en profundidad y se convierte casi en filosofía de vida.
Dos vinos de este distinguido proyecto de Madrid son El Regajal Selección Especial y Las Retamas de El Regajal– dos vinos excepcionales, eso sí, de producción muy limitada.