Ciudad Rodrigo, al suroeste de la provincia de Salamanca, de cuya capital dista unos ochenta kilómetros, acaricia por el oeste la frontera con Portugal y con Cáceres por el sur. Es, por tanto, un enclave estratégico y fronterizo… motivo de disputas y casi eternamente en guerra en tiempos pretéritos. Ya desde sus orígenes como primitivo castro wetón (Miróbriga), fue conquistada por romanos que entre otras muchas huellas dejaron las tres columnas monumentales que hoy en día forman parte del escudo heráldico de la Ciudad. La ciudad está enclavada sobre un pequeño escarpe rocoso sobre la rivera del río Águeda, afluente del Duero.
Roma hizo de Ciudad Rodrigo una verdadera base de operaciones para sus campañas contra los lusitanos, dando a la ciudad una importancia capital. Con la caída del Imperio, las invasiones bárbaras la arrasaron por completo y sin apenas tiempo para sobreponerse fue nuevamente asolada por los árabes en su conquista de Al Ándalus. Ya sin la importancia anterior, la ciudad supo absorber costumbres y culturas, manteniendo siempre una paz inestable.
En la Edad Media y en plena Reconquista, tras un intento poco fructífero en el siglo XI de Alfonso VI a cargo del Conde D. Rodrigo, de donde la ciudad toma su actual nombre, Ciudad Rodrigo fue repoblada definitivamente en el siglo XII, más concretamente en 1161 por el rey Fernando II de León. A partir de entonces, la ciudad brilló de nuevo como baluarte contra el Islam, así como contra la recién creada Portugal. Siendo Fernando II el gran valedor de la ciudad, construyó murallas que aún en día rodean la ciudad (gran parte reconstruidas en el siglo XVIII) así como una impresionante catedral, obra maestra. Durante los siglos XV y XVI la ciudad siguió creciendo a través de edificios religiosos, palacios y casas solariegas, otorgando a la ciudad un aire señorial que hoy en día perdura.
Entre los monumentos religiosos hay que destacar, como no, la Catedral de Santa María, declarada Monumento Nacional en 1889. Comenzó a construirse a finales del siglo XII por orden del rey Fernando II de León en un estilo tardo románico, casi gótico. Con el paso del tiempo fue sufriendo transformaciones, como el claustro que fue realizado en dos fases durante los siglos XIV y XVI. La magnífica sillería coral de Rodrigo Alemán de finales del siglo XV y la torre de campanas neoclásica del siglo XVIII son reclamos suficientemente importantes como para no dejarlos pasar por alto.
Otro lugar muy interesante en cuanto a arquitectura religiosa es la Capilla de Cerralbo, de estilo herreriano que fue construida por orden del Cardenal Pacheco; la iglesia de la Venerable Orden Tercera, neoclásica y la iglesia de San Pedro-San Isidoro, donde vemos estilos tan diversos como el románico, el mudéjar, el gótico, el renacentista y el neoclásico. En la arquitectura civil llaman nuestra atención los palacios como por ejemplo, la Casa Palacio de los Águila, el palacio del I Marqués de Cerralbo, la Casa de los Castro y el Palacio de la Marquesa de Cartago. Veamos algunos de ellos.
La Casa Palacio de los Águila es un precioso edificio renacentista que data de los siglos XVI y XVII. Siendo el palacio de mayores dimensiones de la ciudad, al contar con dos patios interiores, uno de ellos plateresco, y con una capilla privada, perteneció a uno de los linajes más importantes de la ciudad. En el año 2000 fue restaurado y desde entonces su función es la de ser un Museo que acoge interesantes exposiciones temporales.
El Palacio del I Marqués de Cerralbo (siglo XVI) está situado en la Plaza Mayor. Su promotor fue D. Rodrigo Pacheco, I Marqués de Cerralbo. Es especialmente bello su friso plateresco. El Palacio de la Marquesa de Cartago (siglo XIX) destaca en el exterior por la decoración de las ventanas, los escudos de Narváez y Águila en la portada y la garita a modo de balcón en esquina, que le otorga una gran elegancia. El Palacio de los Ávila y Tiedra es sin duda uno de los palacios, junto con el de los Águila, más emblemático de la ciudad. Conocido también como palacio de los Castro o de Montarco, comenzó a construirse a finales del siglo XV. Es muy interesante por la decoración plateresca en su portada y ventanas.
La Casa de los Cornejo es un Palacio de finales del siglo XVI que destaca por su sobriedad y los escudos inclinados en las esquinas. También se le ha conocido como palacio de Moctezuma. Sus usos han sido bastante variados, desde Casa de la Tierra hasta escuela e instituto. Actualmente es la Casa de Cultura y alberga en su interior la Biblioteca Municipal y salas de exposiciones.
Muy bonito es el Ayuntamiento y también la antigua Audiencia y el Hospital de la Pasión. La Casa de los Vázquez (edificio del s. XVI) llama la atención por su escudo inclinado en la portada. Lugar de visita obligada es el Castillo (hoy Parador Nacional de Turismo), levantado por el rey Enrique II. Destacan sobre el conjunto el foso y la muralla. Las vistas son espectaculares y el ambiente que se respira es solemne y tranquilo.
Como hemos comentado, Ciudad Rodrigo ha sufrido enormemente durante las guerras. Raro es el rincón que no recuerda de alguna u otra manera la lucha entre distintos pueblos. La Guerra de Secesión de Portugal, la de Sucesión a la Casa de Austria y la Guerra de la Independencia, son algunos ejemplos. De esta última, cuenta la historia que tras un duro asedio de varios meses sería conquistada por los ejércitos napoleónicos, siendo liberada meses después por Wellington, al que las Cortes de Cádiz concedieron en agradecimiento el título de Duque de Ciudad Rodrigo. Cualquier habitante de Ciudad Rodrigo tiene alguna que otra historia que contar sobre el asedio francés.
Hoy, Ciudad Rodrigo es una coqueta ciudad que mezcla a la perfección modernidad y dinamismo con su pasado más glorioso. Se nota en las fachadas de bancos, edificios públicos y hasta restaurantes… todos mantienen la armonía del conjunto con un enorme respeto por su patrimonio monumental. Patrimonio que hizo que en 1944 fuera declarado su recinto amurallado «Monumento Histórico Artístico». Un paseo por el casco histórico, lento y contemplativo nos llenará la mochila de recuerdos imborrables. Curioso y especial es el Museo del Orinal (que alberga la mayor colección de orinales de España), ubicado en un edificio del siglo XVIII, que fue parte del Seminario Diocesano de San Cayetano. Está compuesto por ocho salas distribuidas en la primera planta del edificio. El Museo cada día es más conocido y es punto final perfecto para nuestra visita. Sobran las palabras.
Ciudad Rodrigo (y su comarca) cuenta con una gastronomía muy rica, de la que destacan sus carnes y embutidos, especialmente la carne morucha (de Indicación Geográfica) y el cerdo ibérico, alimentado con las bellotas de las dehesas que rodean la ciudad. El cordero, cabrito y pollo de corral, cuyas carnes pueden ser degustadas tanto asadas o a la brasa, así como el tostón, frito o, como se dice en la zona, cuchifrito, son platos recomendables. Pero visitar Ciudad Rodrigo es un pecado si no se prueba el farinato, plato típico por excelencia de la ciudad, hasta tal punto que los habitantes de Ciudad Rodrigo son apodados «farinatos» por el resto de los habitantes de la provincia. Es un embutido realizado a base de miga de pan, grasa de cerdo, pimentón, anís, ajo, cebolla y aguardiente.
Ciudad Rodrigo se encuentra situado en la zona suroeste de la provincia de Salamanca, a tan sólo 25 Km. de la frontera portuguesa y 86 Km. de Salamanca.
Más información
Oficina Municipal de Turismo de Ciudad Rodrigo
Plaza Mayor, 27 – 37500 Ciudad Rodrigo (Salamanca)
Teléfono: 923498400
E-mail: ofiturismo@aytociudadrodrigo.es