En el centro del escudo de Carmona vemos un «escudete de azur» con un lucero de plata, y alrededor del escudete una «orla de plata» que lleva en «letras de azur» la siguiente inscripción: «SICVT LVCIFER LVCET IN AURORA, ITA IN VANDALIA CARMONA». Esta frase se le atribuye al rey Fernando III el Santo cuando en 1247 la divisaba a lo lejos antes de la lucha por su reconquista. Su traducción sería algo así: «Como el lucero luce en la aurora, así en Andalucía Carmona». Y nada más cierto, Carmona es una preciosa ciudad andaluza que brilla con luz propia.
Carmona se encuentra a tan sólo 30 kilómetros de Sevilla, lo que la hace muy atractiva para el visitante de la ciudad de la Torre del Oro que tenga una mañana o una tarde libre. No se sentirá defraudado.
Carmona es muy antigua, su origen se remonta al Neolítico (se han encontrado en sus alrededores yacimientos prehistóricos datados en esta época). La fertilidad de la zona y su situación geográfica hicieron que Carmona fuera muy importante en época romana, prueba de ello es que por la ciudad pasaba la Vía Augusta. Como muestra de sus raíces romanas, podemos comprobar que la Carmona actual presenta con alguna ligera variación, el típico plano urbanístico romano.
La huella del Imperio es muy grande y es perceptible aún hoy en día en sus calles y monumentos, destacando la impresionante Necrópolis. Por ejemplo, las dos puertas principales del recinto amurallado (las de Sevilla y de Córdoba) son romanas. Como curiosidad digamos también que Carmona tuvo el privilegio de acuñar «moneda» y que el mismísimo Julio César la citó en su «De Bello Civile», el libro de Comentarios sobre la Guerra Civil dónde éste relata las operaciones militares y vicisitudes políticas acaecidas durante la Segunda Guerra Civil de la República de Roma.
Más adelante en el tiempo, en el siglo XI, Carmona fue capital de un reino de Taifa musulmán. Los árabes la embellecieron con alcázares, mezquitas y edificios, de los que aún hay hoy en día quedan vestigios. En 1247 fue conquistada por el rey cristiano Fernando III el Santo, quien la repobló y dotó de Fuero propio. Su hijo, Alfonso X el Sabio, realizó el repartimiento y delimitación de su término municipal, dotando de mayores servicios a una ciudad que por entonces seguía contando con enorme importancia.
Fue durante el reinado de Pedro I de Castilla cuando Carmona alcanzó su cenit, con el Alcázar de la Puerta de Marchena como residencia real. En el Alcázar se refugiaron sus hijos allá por 1369, cuando el rey fue asesinado en Montiel por su hermanastro Enrique de Trastámara (el futuro Enrique II). ¿Recuerdan la frase: «Yo no pongo ni quito a rey alguno: sólo estoy ayudando a mi señor»?
En 1630 el rey Felipe IV le concedió el «título de ciudad», poniendo en claro que Carmona fue y es una de las ciudades de mayor historia e importancia de toda Sevilla. Su abundante y extraordinaria arquitectura religiosa, civil y militar son buena muestra de ello.
Descubrir Carmona pasa por conocer su monumento romano más notable, único en su género: la «Necrópolis» utilizada entre los siglos I a.C. al IV d.C.). Descubierta en 1.868, el conjunto funerario está compuesto por varios centenares de cámaras sepulcrales, excavadas en la roca de los Alcores. Hay muchas hornacinas para cenizas, excavadas en los muros de la cámara y en algunas tumbas se conservan restos de la decoración mural original pintada sobre el estuco que recubría las paredes.
Paseando por la ciudad veremos preciosos conjuntos de arquitectura civil, como la Plaza de San Fernando (destacando una casa de estilo mudéjar decorada con azulejos), el antiguo Ayuntamiento, la casa que alberga el Museo de la Ciudad y viviendas renacentistas y barrocas. Recomendable también es la visita a la antigua «Cilla del Cabildo» y la Plaza de Abastos (del siglo XIX).
En cuando a edificios religiosos destacamos la Iglesia de San Felipe (en estilo mudéjar) con un precioso artesonado y el retablo mayor del siglo XVIII. La Iglesia de San Pedro y la Prioral de Santa María (del siglo XV), el Convento de Santa Clara, la Iglesia de San Bartolomé, la Iglesia de San Blas, la Iglesia del Salvador, el Convento de las Descalzas, el Convento de Concepción y el Hospital de la Caridad son otros lugares de interés por su belleza y tradición. Carmona cuenta con dos ermitas muy interesantes: la de San Mateo (siglo XIV) y la de Nuestra Señora de Gracia (siglo XVI).
El Alcázar de la Puerta de Sevilla (de origen cartaginés) está situado en la parte de más fácil acceso al interior de la ciudad. Quedan restos de murallas en su mayor parte romanas, con modificaciones medievales, árabes y cristianas.
En la zona más elevada encontramos el Alcázar de Arriba, o de la Puerta de Marchena, cuya estructura tiene origen almohade, aunque ha sufrido numerosas reformas a lo largo de la historia (entre ellas las ya referidas de Pedro I). En la actualidad, en un ángulo de la Plaza de Armas, se encuentra el Parador de Turismo «Alcázar del Rey Don Pedro», pareciendo desde lejos una parte más de la antigua fortaleza.
Carmona celebra varias fiestas tradicionales, como los Carnavales, la Semana Santa, Las Mayas, la Feria, que se celebra el tercer fin de semana de mayo, la Romería, el primer domingo de Septiembre y las Fiestas Patronales de Nuestra Señora de Gracia, la segunda semana de Septiembre. Son buenos momentos para acercarnos a conocer esta joya sevillana.