Varias rutas siguen los pasos de los irlandeses que peregrinan a Santiago desde el siglo XI. La St Kevin’s Way, la Kerry, la Slí ár Sinsear o la Bray Coastal que llega a Dublín. Desde la St James Gate de la capital, hoy la Guinness Storehouse, partían los peregrinos, no sin antes encomendarse al apóstol en la iglesia que hoy es una de las destilerías de whiskey más icónicas de la ciudad. Descubrir el legado irlandés que custodia desde hace siglos el Pórtico de la Gloria es llegar y besar el santo. ¡Buen Camino!
Hubo un tiempo en el que los hijos de Mil, de quien descendían los primeros gaélicos, avistaban tierras irlandesas desde la torre de Hércules y hablaban de cruzar el mar hasta Éire desde este faro romano. La torre de Breogán. El origen de la cultura celta que une a Irlanda y España desde tiempos de mitos y leyendas. Eso cuenta el Libro de las invasiones, el Leabhar Ghabala, en gaélico. La noticia que daban los monjes irlandeses allá por el siglo XI, de que los restos del apóstol Santiago se habían encontrado en Galicia, no hicieron más que alentar los deseos por descubrir estos nuevos mundos y ya por el año 1100 nace el An Bóthar go Santiago (el Camino de Santiago, en gaélico).
Si bien no figura como camino oficial, casi un milenio de duras travesías, haciendo frente a temporales, enfermedades y piratas, ha hecho que la Catedral de Santiago conceda la Compostela al que complete 25 km por Irlanda y al menos 75 km por la ruta que une Coruña con Santiago. Es el Camino irlandés. El Camino Celta. Una aventura que siglos atrás se emprendía en curragh, un barco irlandés de madera o mimbre, y que hoy puedes completar con la comodidad del avión, siguiendo los pasos de irlandeses que peregrinan a Compostela desde el siglo XI.
Un Camino que, sin saberlo, ha servido de salvaguarda de algunas tradiciones irlandesas, perseguidas durante siglos, y que encontraron en el Camino de Santiago su refugio en el tiempo. Hoy, gracias a esa hermandad, Irlanda mantiene vivas sus auténticas raíces. Este es uno de los muchos motivos por los que merece la pena hacer el Camino Celta. Seguir el rastro histórico de estas peregrinaciones por suelo irlandés, otro.
Las rutas de peregrinación en Irlanda
Los escritos certifican que los irlandeses atravesaban la isla hasta llegar a los puertos de Cork, Limerick, Waterford o Wexford, al sur de Irlanda, donde se embarcaban rumbo a los puertos franceses o cantábricos, desde donde continuaban su peregrinación a pie hacia Santiago.
Pero el mapa que dibuja las auténticas rutas de peregrinos por suelo irlandés reconocidas por la Camino Society Ireland (son nueve en total), pasa por lugares con paisajes tan espirituales como imponentes. Tal es el caso del St Kevin’s Way que pasa por Wicklow, más conocido como el jardín de Irlanda. Este es quizá el camino más popular y en él se puede encontrar la ciudad monástica de Glendalough. Kerry es otra de las rutas preferidas por los peregrinos y dos son los caminos que atraviesan esta zona: el ‘Kerry Camino’ que va desde Tralee hasta la St James’ Church, en Dingle y el ‘Slí ár Sinsear-El Camino de nuestros ancestros’ que recorre 29 km desde Glenbeigh a Cahersiveen. Para los que no quieren alejarse mucho de la capital, la mejor opción es la Bray Coastal Camino que va desde Bray, en Wicklow, a Dublín.
Sin embargo, al margen de estos itinerarios, en Irlanda existe también la Pilgrim Paths of Ireland, una colección de antiguas rutas religiosas que utilizaban los peregrinos desde la antigüedad y que pone de manifiesto la importancia de la herencia cristiana en Irlanda. La ruta más popular, y una de las más antiguas, es la de San Declan, que traza el supuesto recorrido que hizo este santo entre Ardmore (Waterford) y Cashel, en Tipperary, para reunirse con San Patricio.
Las huellas del Camino de Santiago en Dublín
De entre todas las rutas de peregrinación que se conocen en Irlanda, Dublín es la que concentra el mayor rastro del Camino irlandés a Santiago de Compostela. Una prueba es la Puerta de Santiago (St. James Gate), al lado de lo que hoy es la entrada a la Guinness Storehouse, donde se puede sellar el Pasaporte del Peregrino (también se puede en iglesias, hoteles y oficinas de turismo). Aquí, frente a los muelles del sur, entraban en la Edad Media mercancías, comerciantes y granjeros, y salían peregrinos rumbo a Compostela. Aquí, a orillas del río Liffey, se levantaron hostales y hospitales que daban techo a los peregrinos antes de su partida a España.
Justo al lado, en la antigua Iglesia de Saint James (Santiago), hoy sede de una de las destilerías de whiskey más icónicas de la capital irlandesa, la Pearse Lyons Distillery, se cree que los peregrinos se reunían para rendir culto al apóstol antes de su travesía. Una visita que hoy guarda algo más que el recuerdo de esas reuniones, pues en la restauración de esta iglesia en la que ahora se produce uno de los mejores whiskeys irlandeses, se quiso rendir tributo a la Historia dedicando una de las cuatro vidrieras del antiguo templo al Camino de Santiago. La historia del Camino late fuerte en el histórico The Liberties, uno de los barrios más de moda de Dublín.
Compostela: guardiana de las tradiciones irlandesas
Hace más de 800 años del registro del primer peregrino irlandés en Compostela y mucho han cambiado las motivaciones para hacer el Camino de Santiago desde entonces. En el siglo XII, con la invasión anglonormanda de telón de fondo, los irlandeses buscaban en el Camino varias salidas: el fin a la persecución religiosa, la curación de la lepra o ver los restos del apóstol.
En cada una de estas peregrinaciones, viajaban las raíces de Irlanda que, en muchos casos, quedaban para siempre en Compostela. Tanto es así que el Camino Irlandés se convirtió en una especie de corredor para salvar aquello que corría peligro; no solo personas, sino también elementos culturales. Tal es el caso del arpa irlandesa, uno de los instrumentos celtas de mayor calado, tomado como emblema nacional, que en el siglo XVII llegó a prohibirse por considerarse que incitaba al nacionalismo. Miles de arpas se quemaban en tierras irlandesas, por aquel entonces, con el fin de borrar su rastro. Con lo que no contaban es con el legado que el Maestro Mateo había dejado en el Pórtico de la Gloria (siglo XII-XIII) de la Catedral de Santiago; en esta obra magistral del Románico se aprecia un arpa románica, uno de los instrumentos más antiguos de la Humanidad, esculpida aquí según el modelo irlandés. Una obra con tanto detalle que sirvió como guía para poder seguir fabricando el instrumento celta por antonomasia
Buscarla en la arquivolta del Pórtico de la Gloria es una forma también de culminar el Camino, reconociendo así la unión entre España e Irlanda a través de la cultura y los viajes que han ayudado a extenderla más allá de las fronteras durante siglos. Si además, te das un paseo por Santiago, descubrirás que Irlanda también está en otros puntos como el Pazo de Ramirás (siglo XVII y XVIII), sede del Antiguo Colegio de los Irlandeses, donde se formaba el clero irlandés.
Requisitos para obtener el certificado del Camino Celta
Aunque la Iglesia solo emite los certificados oficiales del Camino a quienes completen 100 km en la península, la Catedral ha acordado conceder la Compostela a los peregrinos que completen el Camino Celta: una peregrinación certificada de 25 km en Irlanda, más 75 km del Camino Inglés desde A Coruña a Santiago. De tal forma, para adquirir el certificado oficial, primero hay que comprar el Pasaporte del Peregrino en un punto oficial. Luego hay que escoger una ruta en Irlanda de 25 km, tener un sello de esta etapa, llevar el pasaporte al Centro de Información en Dublín para la verificación y allí certificar la finalización del Celtic Camino Compostela. Luego, hay que comenzar la peregrinación en A Coruña (dos sellos por día), y al acabar, enseñar el Pasaporte del Peregrino en la Oficina del Peregrino de Santiago. Será un viaje interior lleno de paisajes inmensos y bucólicos en el que no sabrás dónde acaba Irlanda y empieza Compostela.