Nos encontramos en el centro histórico de Madrid, la calle Mayor es la que calle que vio cómo una pequeña villa árabe se convirtió en tiempo de Felipe IV en capital del imperio español. Iniciando el recorrido en la esquina con la calle Bailén nos encontramos con la actual Capitanía General y sede del Consejo de Estado, antiguo Palacio de los Duques de Uceda, construido a principios del siglo XVII.
Es junto a este palacio donde el 31 de mayo de 1906 Mateo Morral arroja una bomba a la comitiva nupcial de Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Battemberg. Actualmente nos recuerda el sitio exacto un pequeño monolito.
Frente al Palacio de Uceda recordamos que se encontraba la iglesia de Santa María, derruida a mediados del siglo XIX. Esta iglesia sustituyó a la mezquita mayor de Mayrit, siendo Alfonso VI el encargado de tal “purificación”. No se sabe con exactitud si la mezquita fue derribada para la construcción de la iglesia, o si esta fue simplemente consagrada al culto cristiano ni el año en que tuvo lugar, pero a comienzos del siglo XIII ya consta como la iglesia más antigua de Madrid. Cronistas del siglo de Oro quisieron dotar a Madrid de orígenes romanos y situar en el lugar donde se alzaba la iglesia de Santa María un templo dedica a Júpiter, pero no se ha hallado evidencia alguna.
Siguiendo nuestro recorrido, en la acera de los números pares encontramos un pequeño callejón, calle del Camarín de la Almudena, actualmente habitado por una escultura de un hombre al que los turistas son asiduos a fotografiar. Este parece contemplar parte de las murallas árabes que asoman tras un cristal en el pavimento. A espaldas de este convidado de “metal” tuvo lugar el asesinato de Juan de Escobedo, secretario de don Juan de Austria. Presumiblemente ordenado por Felipe II, este se produjo a unos metros de donde del palacio donde vivía la princesa de Éboli, amante del finado.
Frente a la placa que recuerda este hecho se encuentra el Instituto Italiano, el palacio de Abrantes. Este edificio del siglo XVI fue mandado construir por Juan de Valencia, «Espía Mayor del Consejo Secreto de Su Majestad», pero no adquiere el nombre de palacio de Abrantes hasta que es comprado por los duques de este nombre en el siglo XIX. A lo largo de la historia ha alojado la sede del periódico “La Correspondencia de España”, y posteriormente la embajada de Italia y es en esta embajada donde se instalan los italianos de las Brigadas Internacionales durante el transcurso de la Guerra Civil. Al finalizar esta se instala el actual “Instituto”.
Desde el Palacio de Abrantes, y sita en entre la calle Mayor y la del Sacramento se halla la iglesia castrense de Santo Domingo, de la que, en su día, fue párroco fray Bartolomé de Torquemada (no confundir con Tomás de Torquemada, inquisidor del reino) y junto a la que se situaba un convento que fue vendido a particulares y del cual apenas quedan vestigios. A destacar que esta es una de las iglesias del centro de Madrid conocida por su procesión de Viernes Santo.
Ascendiendo por la calle Mayor encontramos una de las pastelerías más conocidas de esta zona, y en la que se pueden degustar los dulces más típicos de Madrid: el «Horno La Santiaguesa». Teniendo en cuenta la época del año en la que nos encontremos, la tradición pastelera madrileña nos deleita con diferentes dulces cuyo origen está ligado a la historia de Madrid y sus habitantes.
Los buñuelos que están en todas las pastelerías el primero de Noviembre son descendientes de los bimuelos sefardíes del siglo X especialmente preparados en Januca. No es casualidad que Januca y la celebración de Todos los Santos se encuentren muy cercanas en el tiempo.
Dulces netamente madrileños son los bartolillos y los suizos. El origen de los bartolillos, dulces fritos rellenos de crema similares a una empanadilla dulce, puede que sea árabe. Los suizos se hicieron populares en el Café Suizo, sito en la calle de Alcalá y ya desaparecido. Se trata de un bollo con masa de brioche coronado con azúcar y típico en los desayunos y meriendas de antaño.
Aún hoy en todas las verbenas de Madrid podemos encontrar a barquilleros vendiendo estos dulces con sus ruletas aunque no se trata de un dulce cien por cien madrileño. Las roquillas tontas y listas salen a la venta con ocasión de la celebración del patrón de Madrid. En los últimos años el 9 de Noviembre, en La Almudena, se ha creado un roscón, muy similar al roscón de reyes, con el nombre de corona de la Almudena.
Aunque sus seguidores no sólo son madrileños, en pastelerías y cafeterías de Madrid se sirve chocolate con churros desde principios del siglo XX. Popular gracias al económico precio de los churros, estos se acompañan de un chocolate espeso o, en su variante, con café con leche.
Antes de terminar este pequeño recorrido por la calle Mayor de Madrid encontramos la sede de la Casa Sefarad, el Palacio de Cañete o del marqués de Camarasa. Se trata de un edificio tardo renacentista y vivienda, a lo largo de los siglos, de alcaldes y gobernadores civiles. Merece la pena asomarse al jardín, oculto desde la calle Mayor, y visible desde la calle Sacramento. Se trata de un típico ejemplo de la arquitectura desarrollada en Madrid en los siglos XVI y XVII. Según algunos de los amantes de lo oculto, este palacio es testigo de extraños fenómenos.