El juego luces era bueno, pero para un teatro, no para un graderío lejano. El sonido no llegaba a la parte alta del pabellón, problemas… pero Bunbury dio un paso al frente y aceleró a las ocho mil personas con temas más «calientes»: Enganchado a Ti, El Extranjero (siempre funciona), Desmejorado (Rapahel tiene digno sucesor), Bujías Para El Dolor (caña de la buena), Hay Muy Poca Gente, Senda (homenaje a Héroes), Que Tengas Suertecita, Sólo Si Me Perdonas, Sácame de Aquí (preciosa), Sí, Infinito (gran versión), Apuesta por el Rocanrol (el clásico con el que la gente se volvió loca) y la tanda de Bises: El Anzuelo, El Hombre Delgado Que No Flaqueará Jamás (más aprovechada que en el disco de estudio), Lady Blue, El Boxeador, Puta Desagradecida (genial) y, para terminar, El Viento A Favor.
Con sus músicos de siempre, los Santos Inocentes, Álvaro Suite (guitarras), Roberto Castellanos (bajo), Jorge ‘Rebe’ Rebenaque (hammond, teclados y acordeón), Ramón Gacías (batería) y Jordi Mena (guitarras), Bunbury dio un concierto que supo a poco, poco no por él, sino porque el sitio no era el correcto. Pero Bunbury es grande, muy grande y llena el recinto que pisa, ayer tenía una misión imposible: y salió airoso. Como además es listo, sabrá escoger otro recinto mejor para próximas ocasiones.