Rueda el mundo y vuelve a Barcelona
En el Mediterráneo, y a lo largo de muchos siglos, los mercados han vivido, como la gente, al aire libre. Posiblemente, el principal motivo para cubrir los mercados fueron los olores, los gritos y, en definitiva, del estruendo, que debía de ser de tal magnitud que, en Barcelona, la frase «parece el mercado de Calaf» es el ejemplo genuino de la Torre de Babel a la catalana. Recorremos algunos de los más tradicionales.
Antiguamente, el mercado era el lugar más oportuno para enterarse de todo lo que pasaba en la villa y en el mundo. Se trabajaba, y a veces también se bromeaba, y todo ello fue conformando poco a poco un tejido lleno de vida cotidiana, que reflejaba el carácter más vivo de la ciudadanía. Porque, en el Mediterráneo, los mercados son tan antiguos como la gente que llegó para habitarlo, y en Barcelona, cruce y comunión de caminos marítimos y terrestres, cogieron un gran impulso.
Fuera de la muralla, primero, lugares que la tradición ha mantenido en Barcelona y que son ya milenarios, como la Rambla, se convirtieron desde bien pronto en un desbarajuste de mercaderes ambulantes. En la parte baja de la Rambla se vendían flores, y los payeses de los alrededores vendían frutas y verduras. Después, cuando las murallas desaparecieron, los mercados se esparcieron por el llano, acompañando a los nuevos habitantes, y se instalaron en los lugares más estratégicos, hasta configurar una red que es modélica en el mundo. El dicho medieval «roda el món y torna al Born» (rueda el mundo y vuelve al Born), que hacía referencia a las luchas de caballeros, hoy podríamos aplicarlo a quienes buscan referentes en una materia como es los mercados y su proximidad al consumidor: «Rueda el mundo y vuelve a Barcelona».
Tampoco es algo que empezara ayer, ni hace cuatro días: la red barcelonesa de mercados, ampliada, sí, en los últimos años, empezó sus estructuras actuales en el siglo XIX y tuvo dos hitos importantes; por un lado, la desamortización de iglesias y conventos, que permitió ganar espacios para la ciudad, donde surgieron la Boqueria (1842) y Santa Caterina (1848); por otro lado, la Exposición Universal de 1888, que dio un gran impulso a Barcelona, éste fue tan grande que de aquel año son los mercados de Concepció, Llibertat y Hostrafrancs, y acto seguido llegaron los del Clot y de Sant Martí (Unió), de 1889, La Abaceria, de 1892, y el primer asentamiento serio del Ninot (1893), que se inauguró tal como es ahora en 1933.
Entre un hito y otro, el Born se abrió en la antigua plaza de los torneos, fiestas medievales, en la línea de Les Halles de París. Fue el primer mercado de Barcelona que mostró una estructura modernista. Después, se abrieron los de Galvany (1868), Sant Antoni (1882) y Barceloneta (1884). Curioso, porque hablamos de tiempos en que la ciudad no pasaba del medio millón de habitantes y el Eixample era un sueño. La red continuó creciendo, y se amplió a principios del siglo XX con los mercados de Sarrià (1911), Sants (1913) y Sant Andreu (1914).
Siguió un largo período con pocas novedades, hasta la llegada de los años cincuenta, cuando el país empezó a dejar atrás las restricciones y las cartillas de racionamiento. Un camino que toma forma e impulso con la democracia y hace que, hoy, Barcelona pueda presumir de más de cuarenta mercados municipales, con una superficie total de casi 200.000 metros cuadrados y cerca de diez mil establecimientos, que forman parte, de forma fundamental, del patrimonio artístico, cultural y social de la ciudad.
La boqueria, visita obligada en Barcelona
Todos los mercados, ya sean céntricos o estén en las zonas más alejadas, cumplen perfectamente su función, porque se han ubicado allí donde son necesarios, y todos son interesantes de visitar, ya que ofrecen la mejor radiografía del barrio, con las paradas intrínsecas y el añadido del comercio que se instala en los alrededores.
No obstante, naturalmente, el mayor mérito de algunos es que son próximos y prácticos, mientras que otros tienen el peso específico de un gran valor arquitectónico o histórico, o incluso el valor del emplazamiento, como es el caso del mercado de la Boqueria. La Boqueria es el mercado estrella de Barcelona. Sólo por el hecho de estar situado en la Rambla, la calle que tanta gente ha calificado como la más bonita del mundo, ya tiene motivos para serlo . Decimos «en la Rambla», y no «junto a», ya que las paradas de flores y de pájaros que hay en medio del paseo también son parte del mercado. Quizás sería bueno, e incluso entrañable, que también formaran parte de él los quiosqueros. De hecho, ya se ha instalado una librería gastronómica dentro del mismo mercado. Los quioscos también son parte imprescindible del paisaje; se dice que en el 76, cuando todavía no sabíamos si tendríamos democracia, dejaron boquiabierto a un gran luchador de la libertad, Mikos Theodorakis, que exclamó: «¡Qué sorpresa! Una calle donde pueden comprarse libros a las tres de la madrugada».
Volvamos atrás, entra en la Boqueria. Si lo haces por la Rambla pasarás por uno de los puntos más fotografiados del mundo, con perdón de la Sagrada Família y la Pedrera, una entrada flanqueada por paradas y tiendecitas donde se exponen con mucho cuidado las mejores frutas y verduras, caseras o exóticas, que hoy pueden comprarse. Y apretadamente, todo tipo de mostradores y de productos, todo tipo de compradores, todas las etnias se mezclan en los once pasadizos, ante las trescientas paradas. Es el mercado más grande de España, el más variado en oferta alimenticia, y también el más visitado por los turistas. ¿Quién ha venido a Barcelona y no ha entrado en la Boqueria?
Las columnas jónicas, el tejado de cinco alas que se apoya sobre columnas metálicas, los vitrales… Es tanta la fuerza de seducción que algunos de los vendedores se han convertido en carismáticos, y son conocidos en la ciudad, no diré tanto, pero bastante, como los famosos que tiempo atrás caminaban por el paseo, desde la Monyos hasta el Xeriff.
Hay otros mercados importantes en Barcelona, claro está, como el más antiguo de todos, muy próximo a la Catedral, el de Santa Caterina, que acaba de abrir sus puertas, y que sigue la línea de otras esmeradas remodelaciones, como las que ya se han llevado a cabo en la Boqueria, el Clot y la Concepción, pero también en mercados construidos después de la guerra, como el de la Sagrada Família y el de Lesseps.
De gran valor arquitectónico e histórico es el de Sant Antoni, en la Esquerra de l’Eixample. Se construyó donde había desde tiempo inmemorial un mercado al aire libre, porque enfrente se abría una de las puertas de la ciudad. Construido cuando estaba de moda mostrar la belleza del material de construcción, cuenta con una estructura de hierro visible, y es de estilo modernista (el mismo arquitecto diseñó más tarde los mercados de Sants, la Barceloneta y la Concepció). Desde siempre ha sido el verdadero motor del barrio, y a la venta diaria de alimentos se le suma las tiendas de ropa y utensilios del hogar, cuatro días a la semana, y el mercado del libro viejo, los domingos por la mañana.
Cada día más próximos
Desde 1993, el Ayuntamiento de Barcelona, mediante el Instituto Municipal de Mercados, ha impulsado esta política de modernización, que incluye tanto el continente como el contenido. Es decir, que no se modernizan solamente las estructuras físicas de los mercados, sino también la política comercial, para adecuarlos al futuro. Un conjunto de servicios y de actividades que mejora la oferta tanto en beneficio del cliente, en particular, como del barrio en general, y que se complementa con todo tipo de actos destinados a la divulgación de la cultura, la salud, el deporte y, por supuesto, la gastronomía.
En la última década, pues, se ha puesto en marcha una dinámica de actuaciones muy diversas y coherentes con cada mercado. Así, en la Boqueria, que es el más sofisticado en cuanto a productos, se ha creado un Aula Gastronómica, que es un centro de información y formación sobre todo aquello relacionado con la comida y la cocina; un punto de encuentro para profesionales y aficionados. Se dan clases en las que se combina la teoría con la práctica, a cargo de cocineros, pasteleros, dietistas, vendedores y especialistas en el tratamiento de los alimentos. El abanico de platos cocinados no tiene fronteras y están presentes tanto los platos de casa como los del último rincón del mundo.
Otra iniciativa que ha funcionado muy bien ha sido la visita a cuatro mercados diferentes pero emblemáticos: Sant Antoni, Concepció, Boqueria, y un cuarto que puede ser Sant Andreu o Els Encants (Fira de Bellcaire) en autocar. Se trata de una visita guiada y documentada que dura una mañana entera, para grupos o colectivos de todo tipo que estén interesados.
Concepció y Llibertat organizan concursos de punto de cruz, con un éxito creciente (¿quién decía que las puntas son cosa del pasado?). En uno de los más nuevos, Sud-oest Besòs, en el distrito de Sant Martí, se ha creado un servicio que ha sido bautizado con el nombre de Bibliomercat, y que pone los libros de una biblioteca pública ante los ojos de los ciudadanos para conseguir dos cosas: acercar la biblioteca a personas que no son habituales e integrar el mercado en la vida social y cultural del barrio con ofertas alternativas de servicio.
Pero tampoco debemos olvidar el auge que están viviendo las fiestas tradicionales en los últimos años, porque los mercados se han involucrado activamente en ellas: cada uno apoya las celebraciones propias de su barrio y, unidos, participan en las grandes celebraciones ciudadanas. Por Reyes, colaboran en la recogida de juguetes para niñas y niños necesitados; el Jueves Lardero, con los chicharrones y la butifarra de huevo; el Miércoles de Ceniza, con sardinadas populares, y sobre todo, el Carnaval, el ya famoso «Carnaval en los mercados», con un fastuoso decorado de las paradas y con los disfraces de los vendedores, siempre presentes en la Rúa de la ciudad.
No acabaríamos… Pero quizás todos tenéis una pregunta en la punta de la lengua: ¿y qué se compra en cada mercado? ¿Hay alguno especializado? En todos encontraréis de todo, y cada vez la oferta es más amplía. La globalización de gustos y de sabores que han traído las nuevas oleadas de inmigrantes, la necesidad de tanta gente de reducir el tiempo dedicado a la cocina, y los deseos de tantos vendedores de diferenciarse conducen a la diversidad más absoluta. Naturalmente, en ningún sitio encontraremos tanta fruta exótica como en la Boqueria, ni tantos productos de elite como con Petrás, famoso por las setas de temporada, que ha ampliado ahora su oferta con la incorporación de escarabajos, gusanos y hormigas, una moda que en Norteamérica ya hace tiempo que funciona, y ahora llega aquí para hacer las delicias de un público nuevo con papilas gustativas todavía más nuevas.
Cada día más, en todos los mercados encontraréis ensaladas, por ejemplo, a punto para llevarlas a la mesa; en la Abaceria hay fruta ecológica; en Galvany, paradas de comida alemana y japonesa, con sushi recién hecho… Porque el futuro no puede ser otro: va ligado a la evolución de la ciudadanía y a la integración en sus necesidades cotidianas. Barcelona se ha apuntado decididamente con el Fórum y con todo lo que éste ha de reportar en ideas, iniciativas y soluciones que nos ayuden a conseguir un mundo mejor. Y los mercados y toda su gente participarán día a día, las 24 horas, en esta aventura apasionante.
Cómo llegar
En avión
El aeropuerto está situado a unos diez klómetros al oeste de Barcelona, en la localidad de El Prat de Llobregat. Para llegar (desde el aeropuerto) a la ciudad de Barcelona se dispone de varios medios: Tren (RENFE): Lleva a la estación central de trenes (Sants Estació) y al centro de la ciudad (Plaça Catalunya). También se puede coger el Aerubús.
Dónde alojarse
El Barceló Hotel Sants está ubicado junto a la Feria y el Palacio de Congresos. El Hotel City Park, de diseño, en plena zona comercial, el Alexandran en la calle Mallorca, entre la Rambla y el Paseo de Gracia, el Guitart Almirante, frente a la Catedral, el Melià Barcelona, el Melià Confort Apolo y el Hotel Laietana Palace, junto al Barrio Gótico son otros de los mejores hoteles.
El Hotel Suizo, de tres estrellas, en el centro del Barrio Gótico, ofrece una excelente relación calidad-precio. El totalmente reformado Hotel Gaudí, de tres estrellas, en la Rambla, posee todas las comodidades de un hotel moderno sin perder el encanto de lo clásico.
Dónde comer
Casa Jacinto
Gran Via Carles III, 29 -31
Teléfono : 93.339.00.23 y 93.491.17.44
La Taverna
Aragó, 67
Teléfono : 93.226.68.76
Els Pescadors
Pl. Prim, 1
Teléfono : 93.225.20.18
Más información
Ayuntamiento de Barcelona
Pl. Sant Jaume, 1 – 08002 Barcelona
Tel. Centralita: 93 402 70 00
Oficina de Turismo de Barcelona
Pl. Catalunya, 17 soterrani
Teléfono: 93 304 31 35/34
E-Mail: teltur@barcelonaturisme.com
Pág. Web: www.barcelonaturisme.com
Nuestro agradecimiento al Ayuntamiento de Barcelona