Este otoño, atentos a las señales de El Sombrerero Loco y El Conejo Blanco porque nos saldrán al paso para celebrar el 150 aniversario de la publicación de Alicia en el País de las Maravillas. Un siglo y medio después, el personaje inspirado en la niña Alice Liddell vuelve a contagiar a los lectores la magia de la aventura sin más pócima milagrosa que la de la imaginación. El 26 de noviembre de 1865 salía de los talleres londinenses de la editorial MacMillan. Niños y adultos, Oscar Wilde y la Reina Victoria quedaron prendados de este universo excéntrico y sin moralina, que se abría tras la madriguera del presumido Conejo Blanco. En este tiempo la obra de Lewis Carroll se ha convertido en un icono cultural y los gritos de asombro de Alicia se escuchan en 176 lenguas. La historia de Alicia es la de un viaje a las regiones de la fantasía, así que nos pondremos a su altura para recorrer, arriba y abajo en Gran Bretaña, los escenarios reales que inspiraron al autor.
“Lo inventé sobre la marcha”
Con su famoso relato como mapa, nos embarcamos en una ruta carrolliana que empieza en Oxford un día de verano. En algún lugar del Támesis entre el Puente Folly y Godstow se deslizaba un bote de remo con una tripulación formada por el reverendo Robinson Duckworth y las tres hermanas Lorina, Edith y Alice Liddell, que escuchaban extasiados la historia fantástica que el diácono Dogson inventaba sobre la marcha para entretener el picnic. A Alice, de diez años, le gustó tanto que le pidió que la escribiera. Gran parte de la obra y su continuación A Través del espejo, fue escrita en Oxford donde Lewis Carroll trabajó durante 26 años como matemático en el antiguo Christ Church College donde ejercía como diácono el padre de Alice, Henry Liddell. El gran hall de la institución debió inspirarle, así como la puerta que el Dean atravesaba para llegar a la sala y que se transforma en la entrada a la profunda madriguera del Conejo Blanco. Y en St Aldate, en la ciudad universitaria, aún encontramos la tienda de golosinas que frecuentaba Alice, así como también se conservan algunas de sus vestidos y objetos en la Sala permanente dedicada en el Museo de Oxford. Será en Oxford donde Alicia va a estar más viva que nunca.
El gato que ríe
En Croft on Tees, cerca de Darlington, se encuentra la Iglesia de San Pedro donde están enterrados los padres del escritor. El padre fue su rector y la familia vivió aquí durante unos años, tiempo en el que el pequeño Charles contemplaba la sonrisa de un gato tallado en un banco de piedra en el muro, que tiempo después el mundo literario conocerá como El Gato de Cheshire.
Dos balnearios de mar están asociados a personaje y autor. Al norte de Gales, la animada localidad costera de Llandudno, una de las preferidas de los galeses, era el refugio de vacaciones de la familia de Henry Lidell y sus nueve hijos, entre ellos Alice. Pen Morfa (hoy es un hotel) era la casa donde la familia pasaba los veranos y por ello este año Llandudno se prepara para celebrar a una de sus más famosas huéspedes con la ruta “¡Sigue al Conejo Blanco!”. Al sur del país, en la Isla de Wight, se encuentra Sandown donde pasaba largas vacaciones Lewis Carroll, al igual que Charles Darwin, y donde conoció en la playa a la niña Gertrude Chataway que le inspiró después La casa del Snark. Al sudoeste de la isla, en la Bahía Freshwater, vivía la fotógrafa Julia Margaret Cameron en cuya casa se celebraban veladas a las que acudían ambos.
Lewis Carroll nació en Daresbury, Cheshire, muy cerca de Liverpool y Manchester, donde se puede visitar el Lewis Carroll Centre, y está enterrado en Guildford, Surrey, donde murió en 1898 en la casa familiar, The Chesnuts. Tanto el Guilford Museum, como el Surrey History Centre conservan documentos y objetos del autor.
Para más información www.visitbritain.es