A una hora en tren desde Zurich se llega a Lucerna, la ciudad vibrante que enamoró a Audrey Hepburn con un encanto muy mágico convirtiéndose en una de las urbes más ensoñadoras de Europa. Coronada por los Alpes nos ubicamos en uno de los 26 estados que la conforman, en la parte suizo-alemana, al Noreste del país.
Pilar Carrizosa Periodista y Escritora
La ciudad está presidida por el «Lago de los cuatro cantones» y desemboca en el río Reuss. Las dos orillas están conectadas por sus dos famosos puentes techados de madera que cruzan Lucerna de orilla a orilla. Uno es el «Puente de la Capilla» del S XIV con cuadros originales del siglo XVII con sus frontones pintados. Pegado a él está la Torre del Agua del S. XII (la visita empezaría por aquí). De hecho es el punto de encuentro de todas las nacionalidades peleándose por hacerse la foto de bienvenida.
El segundo se llama el «Puente del Molino», ambos desembocan en el casco medieval que exhibe edificaciones de los siglos XVI, XVII hasta el XIX.
Articulada por sus laberínticas calles, salpicadas por diversas plazas e iglesias, quizá lo más característico son las casas históricas y sus fachadas engalanadas por frescos coloridos. Explican las que fueron sus realidades sociales de aquellas épocas y llaman profundamente la atención por su policromía y composición artística.
Así que nos perdemos y disfrutamos por esa parte antigua empedrada donde el eco de los gremios deja su impronta en esas pinturas que hablan al visitante durante el recorrido; como es el caso del de los panaderos (hoy día es un restaurante). Antiguamente había más de 30 gremios. Actualmente solo se conserva el del azafrán, y son los que orquestan el famoso carnaval que se remonta al Siglo XV que arranca con la figura-símbolo del gremio: el pelele Fridolin que desembocó a las figuras de la familia Fritschi, que discurren en un carro acompañadas por un desfile y bandas de música. Un dechado de alegría y tradición que todos los años congrega a cientos de personas partiendo de la «Plazuela del vino» con la fuente, la más antigua de la ciudad y por donde transita la divertida mascarada desplegándose por la ciudad.
A medida que uno va caminando se nota la alegría, la efervescencia de la gente que se preocupa por atender al turista con una sonrisa y le hacen sentir como en casa. Esto se percibe por la calle, en tiendas y restaurantes (algunos de calidad y precio bastante interesante, pese a ser uno de los países más caros del mundo ). Precisamente, ahondando en la historia de Lucerna es a partir de en 1871 cuando comienza el desarrollo de la ciudad a nivel turístico. Lo que posteriormente atrajo las miradas de las celebrities del cinemascope como la diva actriz Hepburn cuya villa estaba situada en la exclusiva urbanización de Bürgenstoc en medio de una montaña franqueada por el lago, con una vista embrujadora y romántica, meca vacacional de famosos de todo el mundo, en cuya capilla se casó después con el actor Mel ferrer en 1954. Desde entonces es una de las ciudades suizas más cosmopolitas.
Por cierto, durante el callejeo, te enteras que los sábados hay mercadillo. Se sitúa en la orilla del lago, en las calles Kapellplatz y Reusssteg y tambien en el lado opuesto del rio Reuss en la calle Bahnhofstrasse, enfrente del Teatro y la Iglesia de los Jesuitas, del S.XVII, un dechado de arte barroco en blanco y rosa. Paseando por el entramado de tiendecitas ambulantes encuentras toda una pasarela de productos locales, quesos, vegetales, frutas y verduras, flores y artesanías…
Pero es que Lucerna no sólo condensa el espíritu de la tradición sino también de la vanguardia en el mundo del arte. Prueba de ello es el universo de propuestas museísticas; que forman parte de la ciudad moderna. Entre ellas dos focos la «Rosengart Collection» con cuadros de Picasso, ( parece ser que el padre de la señora Rosengart era muy amigo del artista y le regalo varias obras; de ahí que su hija pusiera la galería de arte). También hay obra de Paul Klee e impresionistas como Monet y Cezzane entre otros.
Otro importante núcleo es el «Museo de Arte» en el Palacio de Congresos y Cultura, obra de Jean Nouvel, que muestra obras de artistas locales con exposiciones itinerantes.
Después de tanta acción nada mejor que una experiencia wellbeing. La que propone el «Hotel Nacional» de 1870. Al recorrer sus grandes espacios es donde uno se entera que un joven César RITZ hizo sus primeras prácticas en este hotel (no se sabe si alguna vez se le pasaría por la cabeza que posteriormente fundaría el gran imperio hotelero).
En el momento de descanso desde la ventana miras al lago y de pronto ves los barcos que hacen diversos itinerarios.
Por tanto es imprescindible hacer un crucero por sus aguas. Descubre otra cara de la ciudad. El barco se toma desde el muelle 3 pegado al «Palacio de Cultura y Comunicaciones». El trayecto dura 2 horas; de Lucerna a Kussnach y fondea por dos pueblos que siguen el itinerario en línea recta por la manga donde discurre el crucero, «Meggen» y «Merlisxhachen». Mientras, te deleitas de un paisaje tranquilo coronado por las montañas suizas como una de las más populares » Rigi», puedes disfrutar de un almuerzo en primera clase con una gastronomía suiza con sello de autor donde puedes pedir el pescado del lago: «egli» parecido a la trucha.
Experiencia a 2132 metros: La Montaña Piltus
Pero de pronto la vista se va a más picos. La pasarela empedrada lleva a la estrella principal: Monte Pilatus. Desde la estación central, el bus 1 dirección Krien te lleva a coger el funicular. Tomas el ticket, subes y mientras asciendes observas las tremendas vistas. Las copas de los pinos, la ladera las vacas y sus cencerros, envuelve un panorama absolutamente bucólico y encantador.
Un parón a 1416 metros en Frakmuntegg conecta con el deporte activo: recorres un nivel medio de montaña en bicicleta, a pie, en saltos de tirolina y otros deportes de aventura.
Pero es otro funicular al que traslada a la majestuosa cumbre de 2132 metros de altura. Cuando llegas observas el marco. Has llegado al cielo. Una pasarela de picos y nubes; y una naturaleza exultante a los costados de la montaña te embriagan. La gente se apodera de las tumbonas para admirar el espectáculo y se respira emoción y una densa energía.
La bajada se realiza en el «Tren-cremallera» pegado al costado de la montaña y llegas a Alpnachstad. Un nuevo lago recibe para regresar de nuevo a Lucerna en barco.
Llega el fin de trayecto. La despedida se queda un magnífico recuerdo de haber vivido algo muy evocador. Una sensación de emoción contenida que te arranca una sonrisa y piensas, esto no acaba aquí. Volveré pronto.
Dormir:
En los diversos lugares para alojarse ponemos foco en uno muy especial. Es el Hotel «Wilden Mann». Una decoración histórica y carácter con obras de arte. Tiene una taberna de hace 500 que recrea intacta la decoración de 1860. Hoy es el restaurante principal con una gastronomía de autor.
Más información:
Alojamiento Zurich: Boutique Hotel Seegarten Seegartenstrasse 14 Zurich www.hotel-seegarten.ch
En Lucerna: Hotel Wilden Mann**** Bahnhofstrasse 30 6003 Luzern Phone: +41 41 210 16 66 Mail: mail@wilden-mann.ch
¿Cómo moverse en Suiza? El Swiss Travel System (STS) ofrece un Swiss Travel Pass en 1º Clase. ¿Las ventajas? Viaje gratis en tren, autobús y barco Uso del transporte público en 90 ciudades 50% de descuento en la mayoría de las excursiones de montaña Entrada gratuita a más de 500 museos suizos
¿Ejemplos?
• Gletschergarten Lucerne • Rosengart Collection • Alpineum. • Bourbaki Panorama • Gameorama • History Museum Lucerne • Lucerne Art Museum • Nature Museum Lucerne • Richard Wagner Museum.
Entre otros.