Burgos cuenta con preciosas zonas verdes, parques y paseos en torno a los dos ríos que la atraviesan (el Arlanzón y su afluente, el Vena) y un amplio conjunto monumental que nos maravillará. Esta coqueta y señorial villa está ligada al Cid y al Camino de Santiago, pero tiene muchos encantos que esperan a ser descubiertos. Una ciudad mucha historia, desde su fundación, en el año 884 cuando el conde Diego Rodríguez Porcelos levantó una fortificación en un cerro de la margen derecha del río Arlanzón. Hacia 930 se convirtió en capital del condado de Castilla, primero dependiente del reino de León e independiente después, gracias al conde Fernán González. Desde entonces, la relación de Burgos con Castilla ha sido indisoluble.
Un paseo por Burgos puede comenzar en la animosa plaza del Cid. Y es que La historia de Burgos está ligada indiscutiblemente a la de Rodrigo Díaz de Vivar, El Cid Campeador. Todo en Burgos recuerda al héroe castellano. Leyendas, historias, lugares, recuerdos, etc.
En la Iglesia de Santa Águeda cuenta la leyenda que tuvo lugar la Jura de Santa Gadea. En «El Cantar del Mío Cid» se relata cómo Rodrigo Díaz de Vivar obligó al rey Alfonso VI de León a jurar que no tuvo nada que ver con la muerte de su hermano Sancho II de Castilla, asesinado durante el Cerco de Zamora. Aunque parece ilusorio pensar que este hecho tuvo lugar, es un buen motivo para visitar la zona, muy cerca de la Catedral.
Otra parada obligatoria es el palacio de los Condestables de Castilla, conocido popularmente como casa del Cordón, palacio originario del siglo XV.
En el paseo del Espolón (siglo XVIII) destacan los arcos de acceso a la Plaza Mayor y las estatuas del Palacio Real de Madrid que el rey Carlos III donó a la ciudad y otras de estilo neoclásico, regalo de Isabel II. En el paseo también llamará nuestra atención el Consulado del Mar, edificio del siglo XVII que simboliza el extraordinario pasado comercial de Burgos, y que supuso el principal impulso del desarrollo mercantil y financiero de la ciudad, ya que desde allí se controlaba en época de los Reyes Católicos el comercio de exportación de la lana de las ovejas merinas castellanas.
La entrada más importante de la ciudad a través de la muralla es el Arco de Santa María, que desde el siglo XVII se convirtió en la puerta de entrada de los reyes que visitaban la ciudad y en el lugar en que éstos debían jurar respeto a los fueros de la villa.
El paso del Camino de Santiago también marcó la historia y el desarrollo urbano de Burgos durante varios siglos. Todas las instituciones religiosas, incluida su Catedral, giraban en torno a los peregrinos. En Burgos se puede realizar uno de los tramos urbanos más interesantes de todo el trazado jacobeo. La Catedral, cuya construcción se inició en 1221 por orden de Fernando III y el obispo don Mauricio, sigue los patrones del gótico francés, si bien ha tenido múltiples transformaciones a lo largo de los siglos, con influencias del Renacimiento y del Barroco. En su origen, el templo tuvo planta de cruz latina, con girola y tres naves, a la que posteriormente se fueron añadiendo capillas funerarias destinadas a enterramientos de eclesiásticos y personajes ilustres.
Sin duda, la Catedral es el monumento más representativo de la ciudad. Obra cumbre del gótico, fue declarada patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1984. Para apreciar toda la belleza de la Catedral en su conjunto recomendamos recorrer su perímetro siguiendo el trazado que transcurre entre la Plaza de Santa María, la calle de Fernán González, la Llana de Afuera y la plaza del Rey San Fernando. La Puerta del Sarmental, que data de 1250, es preciosa.
Destacan en su interior la capilla de los Condestables, la Escalera Dorada, la capilla de Santa Ana, la tumba del Cid y de su esposa Jimena, que se encuentra en la nave central, a los pies del espectacular cimborrio o el Papamoscas, un curioso autómata que toca las campanas cada hora mientras abre la boca.
Otro lugar para visitar en Burgos es la plaza de San Juan, un amplio espacio urbano al que se abren el monasterio de San Juan, el hospital de San Juan, hoy en día Biblioteca Pública, y la Iglesia de San Lesmes, un notable ejemplar gótico burgalés de finales del siglo XV que guarda los restos del patrono de la ciudad, San Lesmes. Tras cruzar el puente medieval sobre el río Vena, el arco de San Juan permite enfilar por toda la larga calle del mismo nombre. Siguiendo las conchas jacobeas que señalan la buena dirección pasaremos muy cerca de la barroca Iglesia de San Lorenzo que da nombre a una de las calles gastronómicas del casco histórico. Muy cerca se encuentra el Palacio de Capitanía, hoy Museo Histórico Militar.
La Iglesia de San Nicolás, el monumento al Empecinado y el “Solar del Cid” , junto con el arco mudéjar de San Martín por el que se sale del casco antiguo y amurallado de la ciudad, son otros puntos de interés en el cogollo turístico de Burgos. No mucho más lejos hay otros tres tesoros que debemos incluir en nuestro recorrido.
En primer lugar, el Museo de la Evolución Humana, un moderno espacio expositivo, obra del arquitecto Juan Navarro Baldeweg, que exhibe desde los restos del Homo antecessor, una especie cuya existencia se retrotrae a cerca de un millón de años, hasta los numerosos hallazgos de especies preneandertales. Los fósiles originales de los homínidos hallados en la Sierra de Atapuerca son, sin duda, el mayor atractivo del museo.
Relativamente cerca del centro y con un recorrido muy cómodo a pie, llegamos al Monasterio de Santa María la Real de las Huelgas, que fue concebido como panteón real y retiro de las mujeres de la nobleza y la aristocracia. Fundado por el rey Alfonso VIII y su esposa Leonor de Plantagenet en el siglo XII, pertenece a la Orden del Cister. En él destacamos el claustro románico conocido como las Claustrillas o la capilla mudéjar de Santiago.
Más lejos se encuentra la Cartuja de Santa María de Miraflores es un monasterio situado en el entorno del parque de Fuentes Blancas, a unos cuatro kilómetros de distancia al este del centro de Burgos. Merece la pena solo por visitar uno de los conjuntos funerarios más curiosos y extraordinarios de la escultura gótica en Europa.
En cuanto a gastronomía, no podemos dejar de probar los platos típicos, como son: la Olla Podrida, la Morcilla de Burgos, el Lechazo, la Sopa castellana y el Postre del Abuelo (queso fresco de Burgos). Todos platos contundentes pero muy recomendables, sobre todo en invierno, cuando el frío se hace protagonista.
Burgos merece una visita calmada, saboreando sus rincones y aprendiendo sobre su impresionante historia.