La sala 56 del Museo del Prado de Madrid, un lugar emblemático
[dropcap]E[/dropcap]l Museo Nacional del Prado es el museo por antonomasía de España. Sin duda alguna, es el principal museo de arte. Fue fundado por Fernando VII en 1819, y cuenta una colección de pinturas que abarca desde el siglo XII hasta principios del siglo XX. Alberga la mayor y más importante colección del mundo de obras de Velázquez, Goya y Rubens. ¿Quién no ha visto alguna vez «El Descendimiento» de Roger van de Weyden, «El Jardín de las Delicias» de El Bosco, «El caballero de la mano en el pecho» de El Greco, «Las Meninas» de Velázquez o «El dos de mayo de 1808» de Goya? Pues todas estas obras, de incalculable valor y enorme belleza, se encuentran aquí expuestas. La sala 56 del Museo del Prado destaca es, sin duda, una de las joyas de la corona.
El Museo también cuenta con una fantástica colección de escultura antigua, artes decorativas, dibujos, estampas y fotografías, entre las que destaca la mayor colección del mundo de obras sobre papel de Goya.
Conocer el Prado a fondo puede ser una labor de meses y hasta de años. Nunca nos dejará de sorprender el detalle en un cuadro hasta entonces desapercibido, una esquina que guarda un secreto solo para nuestros ojos. Las exposiciones son buen momento para visitar este sensacional monumento al arte y la historia.
En este reportaje proponemos una visita de una hora aproximadamente, para deleitarnos con una de nuestras salas favoritas: la número 56.
Dentro de la sección de pintura española desde 1100 hasta 1910 nos encontramos con la sala 56 que nos muestra una colección de personajes que forman parte de la historia de España entre los siglos XVI y XVI.
La sala 56 del Museo del Prado es una sala con retratos de familia, en concreto de la familia de Felipe II, que, sin estar representado, tiene un vínculo con todos los retratados. Tres de sus cuatro esposas, tías, hijos y hasta su nuera están representados en los cuadros realizados por los distintos pintores de cámara del rey: Antonio Moro, pintor flamenco al que sucede su discípulo Alonso Sánchez Coello y, a su vez, el discípulo de este, Juan Pantoja de la Cruz.
Además de los pintores de cámara “oficiales”, destaca en la sala 56 del Museo del Prado la presencia de las obras de una mujer: Sofonisba Anguissola. Los cuadros de esta artista, protegida de la reina Isabel de Valois, aparecen sin firmar ya que en aquella época no estaba bien visto que las mujeres desarrollasen esta actividad. Este es el motivo por el cual las obras de esta autora han sido atribuidas a diferentes autores a lo largo de los años.
Muchos de los cuadros de la sala 56 del Museo del Prado se han convertido en la imagen icónica que representa a estos personajes en el imaginario colectivo: Una María Tudor cuyos rasgos adustos se intentan dulcificar por el autor, Antonio Moro; la riqueza ornamental de la corte de Felipe III representada en los ricos ropajes de Felipe y su esposa, ambas obras de Juan Pantoja de la Cruz, en comparación con la sobriedad de la etapa anterior con un rey en permanente luto como representa el retrato de Juana de Austria; la similitud de los rostros de los Austrias entre sí, como los de Margarita de Austria y Felipe III, con rasgos tan diferentes a estos como los de la francesa Isabel de Valois.
La simbología de los cuadros de la sala 56 del Museo del Prado merecería un capítulo aparte aunque podemos resaltar imágenes cuyo significado es evidente solo para quien conoce de estas representaciones como la continuidad dinástica representada en el cuadro “La infanta Isabel Clara Eugenia y Magdalena Ruiz” al sostener la infanta un camafeo con la imagen de su padre, el rey Felipe II.
Cuadros destacados de la sala 56 del Museo del Prado
Antonio Moro. María Tudor, reina de Inglaterra, segunda mujer de Felipe II
Hija de Enrique VIII y de Catalina de Aragón (hija de los Reyes Católicos, bisabuelos de Felipe II), María Tudor (1516) fue reina de Inglaterra desde 1553. En 1554 se casó con Felipe II (hijo de su primo-hermano, Carlos V), muriendo cuatro años más tarde. La reina se muestra distante y está sentada en un sillón de terciopelo, vestida con un traje grisáseco y sobretodo de terciopelo morado, rica indumentaria para indicar su elevada condición. Las joyas que luce en el vestido, tocado, puños y cinturón son espectaculares. En la mano derecha sostiene una rosa encarnada (símbolo de los Tudor) y en la izquierda una pareja de guantes, simbolizando distinción.
Como curiosidad, quizá sea poco conocideo el hecho de que antes de casarse con Felipe II, María Tudor estuvo prometida a la edad de 4 años con el padre de este, Carlos V, quien contaba 20 años por aquel entonces. Carlos, finalmente, se casó con Isabel de Portugal. El emperador tuvo este retrato de María Tudor durante su retiro en el Monasterio de Yuste.
Antonio Moro. Doña Catalina de Austria, mujer del Juan III de Portugal
Catalina era la hermana menor de Carlos V y fue la hija póstuma de Felipe el Hermoso y su madre Juana (hermana de Catalina de Aragón, madre de Maria Tudor). Se casó en 1525 con Juan III de Portugal. Al morir su esposo fue regente del reino de Portugal en nombre de su nieto Sebastián (por entonces menor de edad). Tuvo un carácter enérgico y así la muestra Moro, con un pergamino doblado alusivo a su condición de gobernante. El suntuoso vestido y el tocado a la portuguesa, las joyas y el abano o abanico, son símbolos de su posición dominante.
Antonio Moro. El emperador Maximiliano II
Maximiliano (nacido en 1527) era hijo del emperador Fernando I (hermano de Carlos V) y de Ana de Hungría. Educado en España junto a su primo Felipe II, fue primero rey de Hungría y más tarde, en 1564, fue nombrado emperador. Este retrato recuerda al de Felipe II realizado por Tiziano por esas mismas fechas. El emperador se muestra bello y poderoso, realzando el pintor su estereotipo de majestad con gran maestría.
Antonio Moro. La emperatriz María de Austria, esposa de Maximiliano II
Hija de Carlos V y de Isabel de Portugal se casó con su primo-hermano, el emperador Maximiliano II. La que fuera emperatriz entre 1564 y 1576, volvió a España en 1580 tras la muerte de su esposo y vivió retirada en el Convento de las Descalzas Reales de Madrid hasta su muerte en 1603. En el cuadro se muestra con expresión reservada y destaca la riqueza y sobriedad de su traje.
Sofonisba Anguissola. Isabel de Valois sosteniendo un retrato de Felipe II
Nos encontramos ante un precioso retrato de cuerpo entero de Isabel de Valois (1546-1568), tercera esposa de Felipe II. Hija del rey de Francia Enrique II y de Catalina de Médicis, fue educada para ser reina desde muy pequeña. Cumplió siempre con su papel, siendo madre de las infantas Catalina Micaela e Isabel Clara Eugenia.
Anguissola muestra a la reina de pie, ricamente vestida y apoyada en una columna que simboliza la dinastía de la Casa de Austria. Como detalle curisoso, resaltar el medallón con la efigie de su esposo, que muestra en su mano derecha.
Sofonisba Anguissola. Retrato de la reina Ana de Austria
Anguissola muestra toda su genial destreza en este fantástico cuadro, quizá su último trabajo en España (estuvo en la corte española entre 1559 y 1573). La sutileza de los trazos, absorbiendo la personalidad de la retratada, se muestra sobre todo en las manos de la reina (cuarta y última esposa de Felipe II).
Alonso Sánchez Coello. La infanta Isabel Clara Eugenia y Magdalena Ruiz
La autoría del cuadro no está confirmada absolutamente puesto que en los inventarios de 1600 y 1636 del Alcázar de Madrid se describe al lienzo sin atribuirlo a ningún pintor. Sí parece claro que se realizó en los talleres de Sánchez Coello por lo que se le atribuye al pintor.
Isabel Clara Eugenia (1566-1633) fue la primera hija de Felipe II e Isabel de Valois. En este cuadro, posa junto a la enana Magdalena Ruiz. Las joyas que muestra pertenecieron a su madre, Isabel, y a su madrastra Ana de Austria, resaltando el camafeo con la efigie de su padre que sostiene en su mano derecha y que quiere simbolizar la continuidad dinástica. La pareja de monos que muestra Magdalena Ruiz podrían hacer referencia a los viajes que la infanta hizo a Portugal acompañando a su padre. El vestido que lleva la infanta es sencillamente espectacular. La destreza del pintor, inigualable.
Alonso Sánchez Coello. La infanta Isabel Clara Eugenia
Admiramos a la primogénita de Felipe II e Isabel de Valois en otro retrato, esta vez, a la edad de trece años. Nos fascina su un gesto distante a la vez que elegante, vistiendo un traje blanco y oro, cuello y puños de puntas, tocado con plumas y gran profusión de joyas, piedras preciosas y perlas. Los detalles de joyas y telas son excelentes. La infanta apoya la mano derecha en un sillón, símbolo de su elevada posición dentro de la corte.
Alonso Sánchez Coello. El príncipe don Carlos
Curioso es el retrato del príncipe don Carlos (1545-1568), hijo de Felipe II y de su primera esposa y prima-hermana Manuela de Portugal (1528-1545). La madre de Manuela fue Catalina de Austria, hermana de Carlos V. No parece a simple vista que el Príncipe heredero, quien nació con graves malformaciones físicas y psicológicas debido a la consanguineidad de sus padres tenga defecto alguno. Sin duda, Sánchez Coello, a través de la vestimenta del personaje y su pose (frontal) hizo un gran trabajo.
Si nos fijamos bien, veremos que a través de la ventana del fondo se ve la figura de Júpiter y un águila portando la columna de Hércules, símbolos de la Casa de Austria.
Juan Pantoja de la Cruz. Margarita de Austria
Margarita de Austria (1584-1611) se casó con Felipe III (hijo de Felipe II) en 1599 y fue madre del futuro rey, Felipe IV. En el retrato (realizado cuando la Reina contaba veintidós años) destacamos la suntuosidad de los tejidos y las impresionantes joyas entre las que llama nuestra atención el broche del pecho, conocido como el joyel rico, y que se convirtió en una de las alhajas dinásticas más importantes durante siglos. Está formado por un gran diamante acerado, el Estanque, de cuyo engarce pende la perla Peregrina.
Juan Pantoja de la Cruz. Felipe III
El retrato de Felipe III (1578-1621), hijo de Felipe II y Ana de Austria (su cuarta y última esposa) le muestra como máximo conductor de los ejércitos y por tanto del Reino, con media armadura y una bengala en la mano derecha mientras que la izquierda se apoya en la empuñadura de la espada. La personalidad de Felipe III distó mucho de parecerse a la imagen proyectada en el cuadro. Tuvo un carácter blando y falto de voluntad, dejando el gobierno a su valido, el duque de Lerma.
Juan Pantoja de la Cruz. La reina Isabel de Valois, tercera esposa de Felipe II
En este retrato (que algunos especialistas consideran copia del original de la pintora Sofonisba Anguisola) la reina está vestida con un austero traje de terciopelo negro, siguiendo la moda española de la época, si bien muestra joyas de gran belleza. Su imagen es solemne y muestra un gesto frío y alejado.
Juan Pantoja de la Cruz. La infanta Isabel Clara Eugenia
En este retrato vemos nuevamente a la infanta pero ya como gobernadora de los Países Bajos por lo que se nos presenta como una archiduquesa poderosa. Sostiene entre sus dedos el retrato en miniatura del rey Felipe II, su padre ya anciano, para expresar una gran proximidad a su progenitor. Destaca además su peinado «de alto copete» y el collar de perlas.
Más información:
Museo Nacional del Prado
Calle Ruiz de Alarcón 23 – Madrid 28014
Tel.: +34 91 330 2800
Web: www.museodelprado.es