La historia de la región de Murcia
Tradición y modernidad conviven en esta región española, que destaca sobre las demás en historia y misticismo. Recorremos Murcia en búsqueda de leyendas de otro tiempo, con la gastronomía compitiendo en protagonismo con la naturaleza en esta parte de España conocida mundialmente por su cocina, entorno, arte y cultura.
La presencia humana en el territorio hoy conocido como Región de Murcia data, al menos, de hace 1.500.000 años. Los primeros testimonios de la presencia humana corren parejos a las culturas del Neanderthal, Cromagnon y, sobre todo, al neolítico. La conquista por parte de Escipión, en el 209 a.C., de la ciudad de Carthago Nova, supuso la explotación definitiva de lo que ya era un importante centro económico y político del Mediterráneo.
Con la conquista del territorio por Roma, se abrió una etapa de apogeo económico de la zona litoral que duraría más de 600 años. En ese momento, se empezaron a potenciar las comunicaciones de la zona, la explotación de las minas y se sentaron las bases del aprovechamiento agrícola. Después de una larga etapa de inestabilidad política, fruto de la desmembración del Imperio Romano, el dominio árabe comienza en el año 713 cuando Abdelaziz vence al ejército hispano-visigodo de Teodomiro en Cartagena. El año 825 supone otro momento histórico determinante, momento en el que es fundada la ciudad de Murcia por Abderramán II.
El auge económico de la zona es patente a partir de esa fecha, ya que los árabes son los responsables del aprovechamiento del curso del río Segura. La creación de los reinos de Taifas es el último testimonio de un territorio que pronto caería -1243- bajo el vasallaje de Castilla y que terminaría integrándose definitivamente a la Corona con la firma de la Paz de Granada en 1492. A partir de este periodo, la paz llega a los territorios murcianos, experimentando un crecimiento sistemático en lo económico y en lo demográfico.
Se proyectan grandes obras, nacen incipientes gremios y florecen las ciudades al amparo del siglo XVI. Tras un periodo de inestabilidad, con un siglo XVII donde se suceden las epidemias, plagas y grandes sequías, se percibe un lento proceso de recuperación gracias al aumento de la superficie de cultivo agrícola y al aperturismo comercial.
Con el siglo XVIII se inicia una nueva etapa de crecimiento donde el esplendor urbano -paralelo al desarrollo artístico del célebre Barroco murciano- se complementa con la terminación de las obras de la Catedral de Murcia y la construcción del Arsenal de Cartagena, signos evidentes del desarrollo civil y militar. Los caprichos cíclicos de la historia quieren que el siglo XIX depare a la región un nuevo periodo de crisis. Pero la esquilmación de los recursos y el poder de una economía basada en su mayor parte en industria de capital extranjero, unido a la inestabilidad propiciada por las revueltas revolucionarias y la inexistencia de un comercio que mirara al exterior, sirven para tejer un panorama precario con el que iniciar el siglo XX.
Hemos de esperar hasta el final de la década de los años 20 para encontrar una región que toma definitivamente el carro del desarrollo -con el paréntesis inevitable de la Guerra Civil- alumbrando una industria de transformación agraria que potenció sectores como el de la conserva y que sirvió para modernizar todas sus estructuras agrícolas. Sobre esas bases, la región afrontó su expansión, asumiendo de lleno los cambios sociales y económicos necesarios con los que culminar un siglo XX lleno de firmes retos para afrontar el futuro. Cinco leyendas llaman nuestra atención y merecen una visita, cinco motivos para descubrir los encantos de esta preciosa región española.
Conoce una Ciudad Santa: Caravaca de la Cruz
Pasea por tierras de templarios y recorre el barrio medieval hasta llegar a la joya de Caravaca: el Castillo-Santuario de la Vera Cruz, que guarda la Vera Cruz, en cuyo interior se encuentra un Lignum Crucis, trozo de madera perteneciente al leño en el que fue crucificado Cristo.
La leyenda de la Cruz se remonta a 1232 y cuenta que un rey moro se convirtió al cristianismo tras contemplar cómo dos ángeles bajaban del cielo una cruz para que un sacerdote que estaba preso en el Castillo de Caravaca pudiera decir misa. Esta leyenda dio lugar a la construcción, dentro del recinto de la fortaleza, del Santuario de la Vera Cruz, del que destaca su lujosa portada de mármol rojo de la zona.
Descubre el significado de un Lignum Crucis
Si quieres conocer el significado de la Reliquia de la Vera Cruz de Caravaca, visita el Museo de la Vera Cruz, situado en el interior del Santuario del mismo nombre. Varias salas muestran la historia de la Sagrada Reliquia, el ajuar litúrgico y los restos arqueológicos del alcázar.
También podrás admirar la casulla que, según las crónicas, vestía el clérigo Ginés Pérez de Chirinos cuando ofició la Misa de la Aparición y la arqueta de plata en la que se guarda desde hace 612 años el relicario del «Lignum Crucis». Interesante es el sótano, donde se muestran restos de las murallas y las mazmorras del antiguo castillo medieval, así como los grandes aljibes que proporcionaban agua en el medievo.
Caravaca Jubilar
www.caravacajubilar.net
informacion@caravacajubilar.net
Oficina Municipal de Turismo de Caravaca de la Cruz
www.turismocaravaca.org
info@caravaca.org
El Milagro de La Purísima
No dejes de visitar la Iglesia – Convento de la Purísima, asociada a un hecho insólito de Mazarrón conocido como el Milagro de La Purísima. Cuenta la leyenda que la Virgen de la Purísima se apareció a los berberiscos que pretendían invadir la costa de Mazarrón y salvó a los habitantes de esta incursión. En tu visita a Mazarrón no dejes de conocer su importante patrimonio histórico y cultural. El municipio te espera con una historia en cada rincón.
Oficina Municipal de Turismo de Puerto de Mazarrón
turismo@mazarron.es
El santuario de roca de Calasparra
En una gruta natural excavada en la roca por el río Segura, a 5 kilómetros de la ciudad de Calasparra, vive desde hace siglos la Virgen de la Esperanza. Cuenta la leyenda que fue un pastor que buscaba refugio quien halló la pequeña imagen en el interior de la cueva.
Cuando la autoridades eclesiásticas de Calasparra quisieron trasladar la talla a alguna iglesia de la ciudad, la imagen adquirió un peso desproporcionado en relación a su pequeño tamaño. Así se interpretó que la Virgen deseaba ser venerada en su gruta. A esta imagen, un pequeño busto de María tallado en madera, conocido como «La Pequeñica», se le adosó una escultura de mayor tamaño, propia del Barroco murciano. Según documentos encontrados, ambas se veneran juntas, la pequeña a los pies de la grande, desde 1786.
Oficina Municipal de Turismo de Calasparra
www.calasparra.org
turismo@calasparra.org
Tierra de Castillos
Un recorrido por las fortificaciones de Sierra Espuña que no te dejará indiferente. Conoce cómo era el Castillo de Los Fajardo, en Mula; el de las Paleras, en Pliego; el de Alhama de Murcia; y la Torre de la Calahorra de Aledo. La ruta «Tierra de Castillos» te permitirá conocer de cerca cómo eran estas construcciones, sus funciones y lo que supusieron para una época de constantes cambios y en donde se unen pasado y presente para llevar a tu imaginación a viajar en el tiempo.
Mancomunidad de Servicios Turísticos de Sierra Espuña
www.sierraespuna.com
Gastronomía
Excelentes vegetales de la huerta, buena oferta de carnes y los preciados tesoros del mar, asimilando productos que dejaron los pueblos que durante siglos aquí se instalaron. Los romanos nos mostraron la forma de hacer conservas y salazones de pescado, los árabes, entre otros mil productos, aportaron el arroz, su cultivo y su forma de cocinarlo, y las especias, condimentos y plantas aromáticas.
Fuera de las fértiles vegas, se daban el trigo, el olivo y la vid, que es tanto como decir pan, aceite y vino: las tres columnas principales de la dieta mediterránea. En la costa, decir, por ejemplo, caldero es invocar arroz, pescado (mújol, rape, mero), cocinados en perola de hierro, presencia de pimiento de bola y ali-oli. Hay que contar con los pescados hechos a la sal, en el horno. Huevas de mújol, mojama de atún, langostinos del Mar Menor. En la misma aventura no podemos prescindir del pastel de cierva, relleno con huevo y carne. Si nos gusta el pescado y estamos en Águilas, hay que pedir moraga de sardinas, o el arroz que aquí se hace a la piedra.
Si reclamamos la cocina de la Huerta de Murcia, arroz y habichuelas, olla gitana, cocido de pava con pelotas, michirones, guisos de pollo o conejo. Cocina de puchero en la que la imaginación ha salvado la modestia de la materia prima: arroz con verduras, cocido con pelotas. La huerta nos impresiona de nuevo en las ensaladas y en las mil combinaciones que permitan las verduras de la tierra. El cerdo ha sido básico en la economía de la huerta y su aprovechamiento absoluto. A la brasa o a la plancha, sin olvidar una apetitosa gama de embutidos (morcón, longanizas, morcillas…).
Otra gran opción es la del interior. Para los días nublados y lluviosos, las migas ruleras, hechas a base de harina con aceite, agua, sal y paciencia. Gazpacho jumillano, gazpacho de Yecla, perdices escabechadas o arroz con conejo. Si es el tiempo, en Calasparra, arroz con caracoles. En el Valle de Ricote, tiernos corderos asados al horno moruno. Excelentes y cada vez más pujantes quesos de cabra, frescos y curados, al vino, al pimentón… Dulces de fruta que han constituido una activa industria… Excelentes mermeladas, conservas confitadas. Y mieles en las que se advierten los más delicados aromas de estos campos.
Y especias y condimentos que merecerían, como los dulces y la pastelería (tocinos de cielo, mazapanes, yemas de Caravaca, almendrados), un capítulo aparte. Además, en la Región de Murcia se cultivan viñas y se crean vinos desde los tiempos de los romanos. Junto a los del Campo de Cartagena, destacan los de Ricote y, por supuesto las tres Denominaciones de Origen: Jumilla, Yecla y Bullas. Vinos blancos, tintos y rosados ricos en matices. Para todos los gustos, para todos los paladares.
Nuestro agradecimiento a la Consejería de Cultura y Turismo de la Región de Murcia