Ubicamos a la bella ciudad francesa de Carcassonne como cruce de caminos entre el Atlántico y el Mediterráneo. Desde la Bastide Saint-Louis pasando por la ciudadela medieval, nos ofrece muchos monumentos para visitar.
Deambular por sus calles, dejándonos seducir por su preciosa arquitectura, mientras evocamos la memoria de su historia es una experiencia inolvidable. Como muestra de su interés turístico, en 1996 la UNESCO incluyó al Canal du Midi en la lista de sitios del «Patrimonio Mundial». En 1997, fue la Ciudadela de Carcassonne la merecedora de dicha distinción.
Carcassonne es la capital del departamento del Aude, en la región Languedoc-Rosellón, situada en el sur de Francia, a medio camino entre Perpiñán y Toulouse. La ciudad se divide perfectamente en dos partes bien definidas: la ciudadela que ocupa una meseta sobre la orilla derecha del río Aude y la Bastide Saint-Louis que se extiende a lo largo de la orilla izquierda. La ciudadela de Carcassonne es conocida sobre todo por ser una ciudad medieval fortificada, pero hay restos de mucho tiempo antes, más concretamente desde el siglo VI A.C. También hay vestigios galos y romanos.
En la cara oeste de esta fortificación nos maravillamos ante el castillo construido en el siglo XII por los vizcondes de Trencavel. A principios del siglo XIII, Carcassonne fue rendida por Simón de Montfort en el marco de la cruzada albigense contra los cátaros (que aquí tuvieron su más grande fortín) y la ciudad fue anexionada de inmediato a los dominios reales franceses. Fue en ese momento cuando comenzaron los trabajos de fortificación de Carcassonne que se prolongaron a lo largo de todo el siglo XIII con la construcción del cinturón exterior y las mejoras en la muralla interior. Carcassonne se convirtió en una fortaleza inexpugnable durante los cuatro siglos siguientes.
Carcassonne perdió su importancia estratégica con la firma del Tratado de los Pirineos en 1659. Tratado que fue firmado por las coronas de las monarquías española y francesa y que puso fin a la Guerra de los Treinta Años. Carcassonne ya no era un enclave vital para la defensa de Francia y poco a poco fue perdiendo vigor. No fue hasta la segunda mitad del siglo XIX cuando fue objeto de una gran restauración dirigida por Eugène Viollet-le-Duc, recuperando todo su esplendor. La ciudad fue recuperada del olvido. Hoy en día, la ciudadela sigue siendo habitada y está llena de vida y color.
El recinto amurallado cuenta con 52 torres y 2 murallas concéntricas para un total de 3 km. de recorrido. Podemos visitar gran parte de la ciudadela, salvo el castillo: la Basílica de St-Nazaire, los corredores, murallas, la puerta de Narbona, la puerta del Aude e incluso la vida en la propia ciudadela.
La Basílica de St-Nazaire data del año 925. En los albores de primera cruzada hacia Jerusalén, en 1096, el papa Urbano II bendijo la catedral de Saint-Nazaire y de Saint-Celse si bien el edificio se terminó completamente en la primera mitad del siglo XII. Fue varias veces remodelado y, aunque perdió su status de Catedral a principios del siglo XIX, al final del mismo siglo el papa León XIII le otorgó su título actual de Basílica. La puerta de Narbona es el conjunto más importante de este periodo.
En la parte baja de la ciudadela una muralla del siglo XIII se creó para defender el extrarradio de las riberas del Aude, impidiendo que el potencial enemigo permaneciese entre el Aude y la ciudadela. Hoy podemos visitar la Puerta del Aude como buen recuerdo. La Puerta del Aude, antes puerta de Toulouse, se abrió en la muralla de los Visigodos, en el siglo XII. El arco de medio punto al exterior parece ser de esta época por su aparejo y la naturaleza de los materiales empleados. Una larga rampa terminaba en la gran barbacana, que a su vez la defendía; esa rampa sube en escarpada pendiente y, después de una revuelta, conduce a la primera puerta, simple barrera. Después sigue hasta una segunda puerta defendida por una crestería y dominada por una gran obra en forma de traviesa terminada, a la altura de los caminos de ronda del recinto interior por una plataforma y por merlones.
La Bastide Saint-Louis es una auténtica joya, delimitada por los mismos bulevares que se trazaron en los siglos XVIII y XIX sobre los antiguos fosos de la ciudad. Presenta un plano regular: una cuadrícula organizada alrededor de una plaza central, la plaza Carnot, que se adorna con la fuente de Neptuno (1770). Todos los martes, jueves y sábados por la mañana tiene lugar el mercado en torno de esa fuente y en el soberbio edificio del Halle aux Grains (mercado de cereales, de estructura del siglo XVIII). Estos edificios religiosos y sus palacetes se pueden visitar, además de deambular bajo la sombra de sus frondosos jardines públicos.
Otro lugar especialmente bello es el Pont Vieux (Puente Viejo). Este puente de piedra, que sustituyó a su homólogo feudal construido aguas arriba en otro tiempo, a su vez en el lugar del puente romano, data de comienzos del siglo XIV. Se instituyó un impuesto especial para cubrir los gastos de su construcción y mantenimiento. Los doce arcos de medio punto del puente de Carcassonne tienen luces diferentes, que varían de 10 a 14 metros. De ello se deduce que la obra se realizó ojo a ojo, a medida de los recursos disponibles.
No debemos dejar de visitar el Canal du Midi, obra excepcional de Pierre-Paul Riquet realizada en el siglo XVII y desviado por Carcassonne en 1777-1798, está inscrito en el patrimonio mundial de la UNESCO desde 1996. Es imposible valorar la magnitud de la tarea llevada a cabo hace más de 300 años. Es la quintaesencia de la hidráulica, la topografía, la geometría y la arquitectura. Aún hoy no deja de asombrarnos. Impresionante. El actual puerto de Carcassonne se inauguró el 31 de mayo de 1810, al tiempo que su presente trazado por la ciudad.
Hablando de gastronomía y puesto que nos encontramos en el cruce de las influencias culinarias del Mediterráneo (pescado, moluscos, crustáceos), del Macizo Central (salazones, caza, trucha), y de la opulenta Gasconia (foie gras, confits), Carcassonne ofrece un abanico de platos asombrosamente variados entre los que destacamos el celebérrimo cassoulet (alubias, pellejo y carne de cerdo, salchichas y confits de oca o de pato) y los «Petits carcassonnais» (un manjar para los más golosos).
Cómo llegar
Carcassonne está situada en el sur de Francia a 80 kilómetros al este de Toulouse. La autoroute des Deux Mers – sección este – de la A61, que pasa al sur de la ciudad, permite acceder directamente desde Toulouse o Montpellier. También se puede acceder por tren con la conexión Toulouse-Sète, pasando por Narbona. El aeropuerto de Carcassonne Salvaza, rebautizado como «aeropuerto de Carcassonne en Pays Cathare – Sud de France» es otra buena opción con buenas conexiones con ciudades europeas y el centro de la ciudad.
Dónde alojarse
Hotel de La Cité
Place Auguste-Pierre Pont – La Cité – 11000 CARCASSONNE
Web: www.hoteldelacite.com
El Hotel de la Cité es el lugar ideal para descubrir esta ciudad de cuentos de hadas. Situado al interior de la ciudadela y en medio de románticos jardines, el hotel ofrece a cada cliente una experiencia única. Saboreando una copa de vino bajo los árboles majestuosos o probando la más exquisita cocina regional, el Hotel de la Cité ofrece una mezcla maravillosa a la vez medieval y contemporánea.
Nuestro agradecimiento a la Oficina de Turismo de Carcassonne