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El gran elemento diferencial del Meninas es su concepto y tamaño de hotel familiar, con tan sólo 37 habitaciones. «El estilo del hotel hace que cada cliente se sienta único cuando entra. También percibe que las personas que trabajan en él le prestan atención y tratan con ilusión de satisfacer sus necesidades en una gran ciudad que, en muchos casos, visita por primera vez y desconoce», explica Carmen Carús, Directora General del grupo donde se integra el hotel.
El visitante que llega al Meninas se relaja y el hotel se convierte en su referente y refugio en el centro de Madrid. Una auténtica casa donde se encuentra a gusto y disfruta de total discreción. «La magia del Meninas es que proporciona al cliente la cercanía y proximidad emocional de lo sencillo, pequeño y familiar en el entorno de una gran ciudad como Madrid», añade Carmen Carús. El Meninas cuenta, de hecho, con un alto Índice de Fidelización de clientes.
Otra singularidad del hotel es su edificio histórico y ubicación, en la selecta zona del Barrio de Palacio de Madrid, continuación del Barrio de los Austrias. El Meninas está en la calle Campomanes, concretamente en el número 7, en una calle curva, de las más bonitas del centro de Madrid, cerca del Palacio Real, en un edificio señorial de finales del XIX, como el resto de esta calle tan original. «Muchos clientes nos eligen precisamente por la singularidad y belleza del edificio. Cuando llegan y ven el edificio y el desarrollo arquitectónico que se ha seguido, les sorprende aún más favorablemente», explica Pedro Alonso, su Director.
El exterior del edificio protegido, de 1860, de seis plantas, con sus característicos balcones madrileños de hierro forjado se ha embellecido notablemente con el establecimiento del hotel. El interior se ha remodelado completamente con un diseño muy vanguardista, aunque se han conservado y restaurado algunos elementos singulares, como su magnífica escalera de madera.
Un escenario único de confort que también se diferencia porque los clientes reciben un servicio muy esmerado y emocional, fruto de la propia cercanía del equipo humano del hotel. «La gran cualidad del equipo del Meninas es que sentimos y disfrutamos plenamente nuestro trabajo. El propio concepto nos permite disfrutar mucho y aprender de la compañía de cada uno de nuestros clientes y eso, al final, se percibe como algo muy positivo en la estancia global del viajero», explica Pedro Alonso. La estancia en el Meninas se convierte así en una auténtica experiencia.