Un paseo por la Isla debe comenzar en Lárnaca (Larnaka), el hogar de San Lázaro (Lázaro de Betania), personaje del Nuevo Testamento que es resucitado de entre los muertos por Jesús. Según la tradición ortodoxa, después de la Resurrección del Mesías, Lázaro huyó de Judea se refugió en Chipre. Allí fue nombrado por San Pablo y San Bernabé primer obispo de la actual Larnaka. Como aeropuerto internacional de la isla, es para muchos visitantes su primera imagen de Chipre. Una de las primeras vistas es la del bello Lago Salado, en el que en los meses más frescos viven colonias de flamencos y otras aves migratorias. En un tranquilo lugar coronado por palmeras encontramos la mezquita de Hala Sultan, construida en memoria de la nodriza del profeta Mahoma.
Uno de los principales atractivos turísticos es el Paseo Phinikoudes o Paseo de las Pequeñas Palmeras. El paseo marítimo de Larnaka recuerda al de cualquier ciudad de la costa mediterránea, con sus hileras de palmeras y su atmósfera lánguida y adormecida. Cafés y tabernas bordean la zona más próxima al mar. En el corazón de la moderna Larnaka se pueden encontrar restos de la antigua ciudad de Kition.
La iglesia de San Lázaro, que es santo patrón de Larnaka, data del siglo IX cuando el emperador León VI el Sabio erigió una magnifica iglesia sobre su tumba. Símbolo de los continuos cambios en la isla con el paso del tiempo, la iglesia de San Lázaro refleja las diferentes influencias culturales de los hombres que pasaron por aquí, así lo demuestran las inscripciones griegas, latinas y francesas visibles en el atrio.
Fue mezquita bajo el dominio otomano en el siglo XVI y sufrió un pavoroso incendio en 1970.
En el interior de la iglesia destaca el magnífico iconostasio, restaurado tras el mencionado incencdio, inicialmente realizado por el grabador de madera Chatzisavvas Taliadorou entre 1793 y 1797. Tal vez el mayor misterio de Chipre sea la tumba de Lázaro donde los practicantes ortodoxos acuden para rezar y cumplir con el ritual de abrir el pequeño grifo de agua santa ubicado en la cripta y mojarse las manos y la cara.
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