La clasificación como patrimonio cultural inmaterial de la Unesco (actualmente 232 elementos en 86 países) destaca prácticas y expresiones como las tradiciones orales, las artes del espectáculo, los ritos, los eventos festivos o la tradición artesanal transmitidas de generación en generación. El fest-noz cumple perfectamente con estos criterios ya que representa la vitalidad de los bailes y de las músicas bretonas que atraen a todas las generaciones. La fuerza del fest-noz es haber sabido evolucionar sin miedo con artistas como Erwan Keravec y su gaita, Mikael Phelippeau, que mez- cla música tradicional y contemporánea o, DJ Blue, que mezcla música bretona y música electró- nica.
El fest-noz es un encuentro festivo basado en la práctica colectiva de bailes tradicionales bretones, apoyados por cantos o músicas instrumentales. Este fuerte movimiento cultural bretón ha sa- bido adaptarse a la transición de una sociedad rural tradicional hacia una sociedad moderna y mucho más urbana. Esta adaptación, que ocurrió en los años 50, permitió conservar de forma renovada, esta cita en la que se baila (con sus centenares de variantes locales) al ritmo de cantos y músicas (más de miles) heredados de la tradición.
Las formas musicales más tradicionales (canto en duelo, kan ha diskan, parejas de músicos tocando el biniou y la bombarda, etc.) se unen a formas más modernas (música electro, influencias rock, jazz, etc) Se celebran más de 1000 fest-noz al año (tanto en las cuidades como en el campo con una asistencia que puede variar entre un centenar y varios miles de personas), miles de músicos y cantantes (de los que varios centenares son profesionales), y varias decenas de miles de bailarines. Más allá del baile, del canto y de la música, el fest-noz se caracteriza por un gran calor humano, un encuentro permanente entre generaciones, participantes y cantantes.
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